Ni la crisis ni la incertidumbre política en Grecia impidieron que Apolo encendiese ayer el fuego sagrado de los Juegos Olímpicos de Londres en la antigua Olimpia, sede de los primeros Juegos para que llegue puntual a su cita en la capital británica el 27 de julio.

Después de la tradicional danza de las ninfas y la ceremonia marcial de los hombres, la actriz Ino Megegaki (foto), en el papel de Gran Sacerdotisa de Olimpia, entregó la antorcha -un espejo parabólico- a su primer portador, el campeón olímpico de natación Spyros Yanniotis, quién después la ofreció al joven boxeador Alexandro Lukos, un británico de origen griego de 19 años.
El fuego olímpico viajará una semana a lo largo de Grecia, visitando cinco grandes sitios arqueológicos, incluyendo la Acrópolis, para llegar el 17 de mayo al antiguo Estadio Olímpico de Atenas, sede de los primeros Juegos modernos en 1896, y allí será entregada a la delegación británica.

Estuvieron presentes en la ceremonia el presidente del COI, Jacques Rogge, el del Comité Olímpico Griego y el del Organizador de los Juegos, Lord Sebastian Coe. “Exhorto a las naciones del mundo a construir una visión de la paz y la prosperidad a partir del inicio del viaje de esta antorcha, cuya llama llegará hasta Londres y difundirá el mensaje del deporte olímpico”, sostuvo Rogge.