Nadie sabía calcular con exactitud cuánta gente había entrado ayer al predio del Jockey Club. Unos decían 4.000 otros -más optimistas- hablaban de 6.000. Lo cierto es que en los momentos de espera las tribunas mostraban pocos claros y en los momentos en que se disputaban las carreras, varios centenares de personas surgían como hormigas desde la zona del Paddock hasta la empalizada con los boletos en sus manos para alentar a sus pingos favoritos.
Los varones pagaron 25 pesos para ingresar y las damas 10, razón por la cual se supone que la de ayer debe haber sido la mejor recaudación en años.
El clima se sumó a la fiesta y pudo verse a mucha gente en remera o mangas de camisa, otros, los más precavidos lucían algún abrigo liviano.
Quienes asistieron ayer al hipódromo de Rivadavia gozaron de todos los servicios. Hubo puestos de venta de elementos turfísticos como así también una carpa donde los propietarios podían adquirir productos relacionados con la veterinaria.
Una multitud de heladeros transitaba con sus conservadoras por el paddock y el área donde se llevaban a cabo los remates de cada prueba.
Cada uno encontró la forma de amenizar la espera entre cada una de las carreras. A su manera, los burreros y los neófitos en la materia encontraron un motivo para disfrutar de una jornada cálida en la temperatura y de alto voltaje emotivo por el buen nivel que tuvo el espectáculo montado ayer por los dirigentes del Jockey.
