Fue patético escuchar como ayer como el comentarista de Telefé, Julio Ricardo, un hombre de dilatada experiencia en el periodismo deportivo, intentaba explicar lo inexplicable para justificar el gol del empate de San Lorenzo ante San Martín, convertido tras grosera falta del uruguayo Carlos Bueno al arquero verdinegro Leonardo Cortí. Desde que cualquier mortal tiene uso de razón futbolera, se sabe que el área chica es del arquero. En ese rectángulo que tiene 18,40 mts de largo por 5,5 de ancho, el guardameta es intocable. Allí, en el corazón de esa área de meta, como se la denomina según el reglamento, el delantero de San Lorenzo "se llevó puesto" a Cortí. Y lo que es peor, el arquero ya había tomado la pelota, circunstancia que remarca la infracción, que no sólo no vio el árbitro Germán Delfino, a quien puede darsele la derecha de que estaba tapado. Quien no tenía ningún problema para observar fue el asistente Matías Beares que hizo la de Poncio Pilatos y le dejo la jugada al juez principal. Pero, quien menos problemas tuvo o, mejor dicho, quien más posibilidades de verlo bien, porque pudo mirar, como todos nosotros por televisión la repetición, no una, sino mil veces, fue el experimentado periodista televisivo. "Para mi no hubo intención de cargarlo, van en línea paralela". ¡Por favor! En ese tipo de jugadas no se mide la intención. El contacto físico existió. El perjudicado fue quien jugó la pelota (Cortí la había tomado) y el beneficiado fue quien no la tenía y se la encontró producto de su exagerada falta.

Es común escuchar en el ambiente la frase "que generoso que es el fútbol", cuando se observa a algún jugador de escaso talento moverse dentro de un campo de juego. La misma debe aplicarse en este caso en el que por "El fútbol para todos" volvieron al ruedo este tipo de opinologos que acomodan la realidad según sus intereses.