"¿Qué te puedo decir? Que esto es lo máximo. Que mi vida es el hockey. Que ganamos el título porque siempre fuimos fieles a nuestras convicciones…". Mariano Ortiz, llorando efusivamente, decía lo que le salía de su corazón. "Siempre tuvimos fe en nosotros mismos. En que podíamos a ganar esta Liga. En darle valor a todo lo que hicimos durante el Campeonato. A nuestro trabajo. Y se nos dio. Creo que fue merecido, aunque sufrimos porque Murialdo es un gran equipo y por momentos se nos hizo todo difícil. Ahora hay que festejar…" El autor del gol de oro para la UVT siguió recibiendo abrazos efusivos. Besos. Y felicitaciones de todo tipo.

 

El arquero Mauro Puzzella definió la alegría en un sólo concepto: "Es la felicidad plena y el premio al trabajo responsable y en equipo". Andrés Sillero, íntegramente mojado aclaró a su vez que "Este título no llega de casualidad. Es el premio al esfuerzo, a la unión y a la humildad".

 

El pibe Franco Pósito dijo a su vez: "Todo jugador sueña con estar en una final y salir campeón. Por suerte se me dio ahora, bien joven. Se lo agradezco a todos mis compañeros".

 

En otro rincón de la cancha, los jugadores de Murialdo de Mendoza trataban de digerir el mal trago. Pablo Sáez, el más experimentado, aclaró "sólo quiero felicitar a los muchachos de la UVT, pero sólo a ellos por lo que consiguieron. El destino quiso que ellos tuvieran primero la oportunidad del libre y no nosotros. Le dije al árbitro (Alcaide) que cobrara lo que debía cobrar pero creo que inclinó la balanza. Ya está. Dimos todo y no se pudo. Tenemos que levantar la cabeza y meterle para adelante".