-¿Qué balance en lo deportivo hiciste de este cuarto Dakar que completaste? 

-Por supuesto que es positivo porque cumplí nuevamente con el objetivo principal que es dar la vuelta entera, como se dice. Lo mejor es que logré mi meta de no penalizar. Y eso significa que estuve concentrado durante muchos días y eso no es sencillo. Por ahí faltó redondear un poco más con la moto, que no rindió como esperaba en la altura y luego hubo problemas con la suspensión. 

-¿Hubo riesgo de abandonar en algún momento? 

– El jueves, en la etapa que arribamos a San Juan, cuando choqué con otro piloto mientras iba en sentido al way point fue difícil. Era un momento de mucha incertidumbre por el dolor en la mano y si la moto no podría seguir. Y antes, durante el frío de Bolivia, por ahí pensaba que podía caer en hipotermia. Por suerte no tuve problemas mecánicos. 

-Siempre tenés alguna anécdota del frío en Bolivia. 

-Y esta vez fue una de las mejores de toda la carrera. Cuando se inundó el vivac en Oruro, no había dónde poner la carpa para dormir y me quedé en un sillón que sabía no debía abandonar. Pero la gente de Toyota San Juan, con Mauricio Juárez a la cabeza, me hicieron dormir en una cama en el camión de ellos, con calefacción incluida. 

-¿Qué tuvo también de particular? 

-Fue el primero luego que naciera mi hijo. Y ver a padres con sus chicos me movilizaba mucho. Otra situación fue cuando tuve que socorrer al piloto de la moto 76, que se fracturó una pierna y lo asistí hasta que llegó el equipo médico. Y también el apoyo de quienes me acompañaron. Mi viejo, en toda la carrera. Raúl Becerra al principio y luego el grupito de mis primos, con los que realmente me divertía, una gran ayuda para salirse de toda la tensión.

Estoy muy agradecido con ellos, al igual que los que dieron su apoyo para afrontar la carrera: Gobierno de San Juan, Telesol, Becher logística, Moto Lucero, Seralicó, Savino Pignatari, Bed Store y San Juan Car.