Admirada por todos. Por los locales y por los visitantes. La etapa “interlagos”, la 2da de la Vuelta a San Juan, fue sin dudas la más atractiva por la escenografía, por la dureza del recorrido para los propios protagonistas y también por el marco de público que se agolpó a las rutas.
El Oeste sanjuanino se copó de acción y recibió elogios por doquier. El año anterior, esta etapa de la Vuelta había inaugurado el Dique Punta Negra, que en ese momento todavía no estaba abierto al público. Esta vez la historia fue otra, abriéndose ante la gente y ascendiendo en cuatro ocasiones. Claro, sólo los más fanáticos pudieron estar presentes en la parte más atractiva del circuito, porque el paso hacia el paredón de ese dique se cortó dos horas antes del inicio de la etapa. Pero valió la pena esa larga caminata y la espera. Observar el esfuerzo del pelotón en plena subida por los caracoles, hacía imaginar a la Vuelta como los grande tour europeos. E incluso la imagen era similar a la etapa reina del Tour de San Luis que ascendía al filo de los Comenchingones, aunque la prueba puntana tenía mucha más dureza por la altura.
La etapa de ayer fue maravillosa. El paisaje de los cerros y el color azul del dique Punta Negra encandilaba a todos. Ni que hablar de la gente, que nuevamente colmó las calles y soportó el sol en plena subida al dique, pero nadie se quejó. Valió la pena presenciar semejante evento.
Postal
Su majestad… la montaña. El pelotón baja raudamente por la Ruta 12 buscando calle Las Moras y en su viaje, por momentos roza las graníticas piedras que fueron cortadas a dinamita para construir la nueva traza del mítico camino de las más de 1.600 curvas que unían San Juan con Calingasta. Si uno levanta la vista, al pasar por el Cerro Blanco, se observan restos de la vieja ruta.
Desde que se prendió en la fuga y quizás por el hecho de ser el único representante sanjuanino en el corte, Gerardo Tivani se robó todos los aplausos del público. La gente alentó al ciclista de la Municipalidad de Pocito. Junto con el mexicano Ignacio Prado, el colombiano Carlos Alzate y el uruguayo Roderich Aconegui, integraron la fuga del día pero el desgaste pasó factura y fueron neutralizados en plena subida.
En la parte conocida como los “caracoles” se presentaba la parte más dura por el ascenso, pero una vez que pasaban el paredón del dique Punta Negra llegaba el descenso que era un alivio para las piernas. Los ciclistas bajaban en forma de “huevito” a más de 80 kilómetros por hora. Una luz.
Por allí pasaron solo una sola vez, pero ese ascenso al Dique de Ullum fue visto por muchos seguidores que se dieron cita para ver una postal clásica en cada Vuelta. El colorido del pelotón que en ese momento estaba a 5″ de los fugados, se fundía con los colores del paisaje imponente de los cerros ulluneros y también de los colores rojo y amarillo de las clásicas banderas de la Agrupación.
Recién comenzaba la competencia y el derivador que lleva por la Ruta 12 a Punta Negra, y calle Las Moras que dirige a Ullum, ya mostraba un gran marco de público. Todos los espectadores que llegaron sobre la hora no pudieron avanzar más allá de esa rotonda.