Tiene 66 años. Desde los 15, cuando acompañaba y atendía a sus hermanos, que eran ciclistas, se metió en un mundo del que no salió nunca y que le ha dado muchas alegrías y le ha permitido cosechar amigos en todo el país.
Madre de Darío y Oscar que también fue ciclista- y abuela de Alan (hijo de Darío) Esperanza es la abuela de todos. En su casa de Av. Rioja y Mariano Moreno siempre hubo una cama y un plato de comida caliente para los ciclistas que visitaron San Juan.
"Los cuatro mesones de casa siempre están llenos de amigos", afirma con orgullo mientras saluda a su nieto, que acaba de cerrar su participación en el Keirin.
Hace un año le amputaron su pierna derecha y Poco Lozano, hijo de un ciclista ya fallecido, Antonio Lozano, fue quien le regaló la prótesis. "Por él, que es mi hijo del corazón, tengo mi pierna", afirma y le aprieta la mano a su amigo de Mar del Plata quien la aloja en su casa.
No la amilanó no contar con su miembro inferior, en su silla de ruedas, ubicada al costado de la tribuna, no para de recibir el cariño de la gente del ambiente que alguna vez probó sus famosas empanadas. "Cuando volvamos a San Juan lo voy a invitar a probar las empanadas que hago con estas manos", le dice al cronista.
Hermana de Alejandro, Franklin y Pocho, quienes hace medio siglo animaban las temporadas ruteras e hicieron que le picara el bichito del ciclismo, Esperanza, responde con una sonrisa y un beso todas las muestras de cariño. "Alan es mi sol, vivo por él y por toda mi familia y me hace muy feliz acompañarlo", culmina la señora que adoptó entre sus familiares a los Borrajo "son como mis hijos"- y que tuvo la suerte de tener sentados en su mesa alguna vez a los Curuchet, los Haedo y muchos más.

