Más allá de la merma que significaría perder a varios apellidos importantes en el equipo (de los titulares, solo Franco Armani y Gonzalo Montiel se desempeñan en el país), la Selección da luz verde para la realización de los choques ante Uruguay y Brasil, dos de los combinados igual o más afectados con esta postura, hasta ahora inflexible, del Viejo Continente.
Hasta ahora, la única nación que alzó la voz es Inglaterra, pero abundan las chances de que se acoplen a la medida otros países europeos. El problema del otro lado del Atlántico es que, si los jugadores viajan a Sudamérica para jugar, al regresar deberían hacer 10 días de estricta cuarentena, lo que complicaría a los clubes en sus diversas competencias, generando que se opongan a la cesión de jugadores.
Desde FIFA sugirieron distintas alternativas, aunque ninguna convence a todos: ir a jugar los partidos a territorio europeo, achicar la Copa América y que estas dos fechas se disputen a mitad de año, incluir estas dos jornadas en las fechas FIFA de fin de año (septiembre, octubre y/o noviembre) y que haya tres partidos por ventana, o ver la posibilidad de que se juegue en diciembre, aunque lo cierto es que no hay lugar en el calendario.
La otra alternativa es que las asociaciones acepten jugar sin los jugadores que jueguen en países que tengan medidas fuertes de cuarentena, algo a lo que la Argentina estaría dispuesta, pese a perder a figuras del calibre de Lionel Messi (hasta ahora España no se expresó al respecto), Lautaro Martínez, Lucas Ocampos o Leandro Paredes. En este caso, habría que recurrir a jugadores de ligas de Sudamérica y Norteamérica y tendrían su oportunidad varios representantes de la Liga Profesional de Fútbol.
En medio de tantas conjeturas, mañana terminará de definirse la cuestión, buscando que, en estas horas, la FIFA pueda interceder con las federaciones europeas para intentar flexibilizar un poco la cuestión, que principalmente debido a la nueva cepa brasileña, parece algo realmente difícil.