Algunos dirán que fue por mérito de ellos. Otros que fue sólo una casualidad. Lo cierto es que la cantidad de medallas que ha cosechado la Argentina en los JJOO de la Juventud que hoy terminan es notable.

Y esto no es una casualidad. Es una causalidad. Tiene sus causas el alcanzar los buenos resultados. Acá hubo preocupación, esmero, entrega y hasta buena distribución económica destinada a cada actividad deportiva. Era lógico que se apoyara de esa manera a los atletas por el sólo hecho de ser locales.

La delegación argentina ha ganado el doble de medallas de lo que hizo en los dos Juegos Olímpicos de la Juventud pasados (el primero fue en Singapur y el segundo en Nanjing, China).

 

Ahora cosechó 11 de oro mientras había sumado apenas dos de ese color en los dos Juegos anteriores.

Realmente un orgullo que se trabaje así. Que se planifique y que se ejecute en tiempos correctos para llegar bien afilados a la competencia. Acá nadie improvisó. ¿Alguien puede dudar de lo genuino de la medalla de oro del básquetbol 3×3 para la Argentina? Nadie, porque esos pibes de entre 17 y 18 años (entre los que está el sanjuanino Hierrezuelo) vienen trabajando duro desde años anteriores.

Claro que lo importante es que se siga implementando esta política deportiva. Que no sea ocurrencia de este partido político o el otro. Porque vendrán los próximos Juegos en Dakar, en el 2022, y otra vez decaerá la cantidad de medallas conseguidas si no se trabaja como se hizo para esta cita en Buenos Aires.