La Copa del Mundo estaba en manos argentinas y la ilusión de conservarla latía fuerte. Cada vez que Sergio Goycochea atajaba un penal, la efervescencia subía. La emoción estaba tan contenida en aquel 1990, que algunos salieron a celebrar la victoria frente a Brasil, por el pase a Cuartos. Sin embargo, el que encendió la alegría callejera fue el encuentro en el que Argentina dejó afuera a Italia, el dueño de casa, y sacó boleto a la final en un nuevo cruce con Alemania.
El país había quedado a cargo de Carlos Menem y la situación era compleja. Aún se hablaba de inflación y los alumnos universitarios de la provincia se quedaron sin exámenes finales por reiterados paros docentes. En ese marco, Argentina perdió el partido debut con Camerún, por 1 a 0.
Sin embargo, una victoria frente a la Unión Soviética por 2 a 0 y un empate con Rumania, 1 a 1, dieron paso a la clasificación. Después, Argentina venció a su archienemigo, Brasil, por 1 a 0, y muchos salieron a festejar.
En ese camino, Sergio Goycohea se hacía cada vez más grande. Su protagonismo tomó fuerza cuando la Selección llegó a la Semifinal tras derrotar a Yugoslavia por 3 a 2 en penales.
Mientras el mundo se conmovía con la reunficación total de las dos Alemanias, Argentina eliminó al anfitrión por penales. Goycochea atajó dos y terminó de pasar definitivamente del anonimato a la gloria.
Otra vez, los argentinos soñaron y los sanjuaninos coparon el microcentro. Los primeros hinchas se reunieron en la esquina de General Acha y Rivadavia y rápidamente cubrieron las calles aledañas. El festejo tenía un condimento especial, además del tradicional "Argentina" se coreó un nuevo grito: "Goyco, Goyco".
Otra vez llegaba un Argentina- Alemania. Sin embargo, el equipo capitaneado por Maradona cayó por 1 a 0, con un penal a 5′ del final. Más allá del resultado, los jugadores fueron recibidos como verdaderos héroes. En vez de lamentar la derrota, se celebró el subcampeonato. Una caravana eterna acompañó al seleccionado, que saludó a la gente desde los balcones de Casa Rosada. La alegría fue tal que Maradona aseguró: "Nunca esperamos un recibimiento asi".