Gianni Infantino no tiene suerte con Argentina. El presidente de la FIFA vino ya cuatro veces en menos de dos años y sigue sin haber podido ver un partido del fútbol local. El fin de semana pasado estuvo en el Monumental para la frustrada final de la Libertadores entre River y Boca, voló de regreso a Europa el domingo y aterrizó otra vez en Buenos Aires el jueves para el G-20. Pese a tener raíces en la apasionada Italia, sigue sin entender la tensión con que se vive en el país.

 

"Noto mucha agresividad, la gente se tiene que calmar", dijo durante una entrevista con el diario Infobae en un hotel céntrico antes de subirse el sábado por la tarde al avión privado para cruzar el Río de la Plata rumbo a Montevideo. "Y cuando veo las imágenes del niño con las bengalas… Uffff, ¿¡cómo se puede hacer algo así!?"

 

– Usted ha definido la frustrada final de la Libertadores como un "desastre total", pero muchos argentinos cree que fue usted el que dio la orden de jugar sí o sí.

 

– No, no… El presidente de la FIFA no puede tomar una decisión ni presionar en este sentido, porque es una decisión de la Conmebol. Pero claro, el presidente de la FIFA estaba ahí, en el Monumental. Y yo tengo un poquito de experiencia en la organización de competiciones… Organicé no sé cuántas Champions en Europa y varias Eurocopas(NdR: Infantino fue secretario general de la UEFA antes de presidir la FIFA). Y si puedo ayudar, ayudo y apoyo. Creo que siempre se tiene que jugar cuando es posible. La primera decisión de intentar jugar con las informaciones que había en ese momento fue la decisión correcta.

 

– Alejandro Domínguez, el presidente de la Conmebol, quería jugar. Daniel Angelici y Rodolfo D’Onofrio también. ¿Y a usted le pareció bien?

 

– Sí, porque siempre es mejor jugar. Hay 60.000 personas en el estadio, todo un país y mucha gente en todo el mundo esperando el partido. Y cuatro idiotas lanzando piedras no deben frenar todo eso.

 

– Eran más de cuatro idiotas…

 

– Sí, cuatro, 40, 400 o 4.000. Idiotas, de todas maneras. No pueden parar todo. Si se puede jugar, intentamos jugar. Creo que esa fue la actitud correcta de todos los que estábamos ahí. Cuando ya no fue posible, porque había jugadores que de verdad no estaban bien, se posterga. Y cuando no es posible, se necesita calma, tranquilidad, bajar la temperatura.

 

 Y cuando veo las imágenes del niño con las bengalas… Uffff, ¿¡cómo se puede hacer algo así!?

 

– ¿Cómo ve las cosas hoy?

 

– Noto, una semana después, una agresividad aquí que no entiendo. Eso me hace mal un poquito ahora que vuelvo a la Argentina. Somos todos hinchas, vamos al estadio a apoyar a nuestro equipo, todos somos más o menos calientes y decimos cosas que no diríamos en cualquier otra situación de la vida. Pero con violencia, no.

 

– ¿Ve mucha agresividad?

 

– Veo mucha agresividad. La gente se tiene que calmar. Hay niños, hay niñas, tenemos que dar el ejemplo. Cuando veo estás imágenes del niño con las bengalas… Uffff. Cuando tienes niños, y yo tengo cuatro, ¿¡cómo puedes hacer algo así!? No hay palabras. Y esto es lo que quisiera decirle a los argentinos. Paren, dense cuenta de que es solo un partido. Muy importante, sí, el que gane se va a burlar del otro por los próximos cien años y el que pierda se lo va a tener que aguantar. Pero es un partido de fútbol, no la guerra. Le dije al presidente Macri y a la ministra Bullrich que estamos a disposición. Tenemos experiencia y no es un problema solo argentino.

 

– Pero acá es especialmente grave.

 

– He visto un derby en Zurich que se tuvo que parar hace tres o cuatro años. ¡En Suiza! Lo importante es que acá haya un antes y un después, bajar la temperatura para pensar, ver que es muy grave y cambiar.

 

– Domínguez dice que la Libertadores es el Fútbol de verdad y la Champions el fútbol de PlayStation. ¿Está de acuerdo?

 

– ¡Me lo dijo a mí también! Y vine a ver el fútbol de verdad y no vi el partido… No sé si no hubiera sido mejor ver un partido de PlayStation esa tarde. Pero quiero decir algo, antes del partido, cuando empezaron a cantar, era impresionante. Impresionante. Eso era un ambiente… Y yo no vengo precisamente de Luxemburgo, he estado en muchos estadios.

 

– Hay gente en el país que cree que esto afecta gravemente la candidatura de Argentina/Uruguay/Paraguay 2030 y le da fuerza a Portugal, España y Marruecos.

 

– Bueno, yo creo que es un poquito temprano. La decisión de 2030 se va a tomar en cuatro o cinco años, suficiente tiempo para mostrar que pasó algo, sí, pero también para decir "¡vean lo que hicimos después!".

 

– Pero la imagen de la Argentina con su candidatura retrocede…

 

– En la concepción de alguna gente seguramente, porque se habló en todo el mundo de este partido. Pero queda tiempo para cambiar las cosas.

 

 Esto es lo que quisiera decirle a los argentinos. Paren, dense cuenta de que es solo un partido. Muy importante, sí. (…) Pero o es un partido de fútbol, no la guerra

 

– ¿Está enojado el presidente Macri porque el partido se juegue en Europa?

 

– No me dijo eso. Creo que todos los que querían que el partido se juegue acá en Buenos Aires están enojados. Es una situación excepcional, pero yo no tengo todos los elementos, los tiene Conmebol. Lo importante es seguir adelante y hacer de este partido un símbolo de cambio y renacimiento.

 

– ¿Cómo los vio a Angelici y D’Onofrio en aquellas horas encerrados en el Monumental? ¿Estaban de acuerdo, calmos, distantes?

 

– Los vi muy tristes por los que pasaba, pero muy respetuosos entre ellos. No sé qué pasó después, pero en ese momento me sorprendí, pensaba que uno de los dos iban a estar más enojado. Fueron dos caballeros.

 

– Usted entró y salió del Monumental bajo insultos, gritos y escupitajos (Infantino asiente). ¿Qué sintió?

 

– Bueno, mientras caminaba pensaba que no iba a ver un partido de PlayStation… (ríe).

 

– D’Onofrio no quiere ir a Madrid, ¿qué le aconseja?

 

– No le aconsejo nada ni al presidente de River ni al de Boca, pero les digo a ellos que los partidos siempre, pero siempre, se deben jugar en la cancha.

 

– Donde sea…

 

– Donde sea.

 

– ¿En Madrid?

 

– Donde sea. Siempre es mejor. Porque si no se juega sí que es un desastre.