Festeja su obra. El juvenil Ezequiel Barco grita el gol con el alma. Era el empate Rojo ante Flamengo en el mítico Maracaná. El resultado no cambiaría hasta el final y por eso Independiente levantó una nueva Copa.

 

Río de Janeiro, Télam

Independiente obtuvo anoche la Copa Sudamericana en el histórico estadio Maracaná, de Río de Janeiro, tras empatar en la final 1 a 1 con Flamengo, reivindicando su “mística” internacional, esa que lo sigue sosteniendo como el único y merecido “Rey de Copas” del fútbol argentino.

Y con esta conquista que además le permitirá retornar a la Libertadores, recuperó, o empezó a recuperar un lugar en la historia de la mano del técnico Ariel Holan, el “técnico-hincha” que le refrescó el paladar negro tradicional a la parcialidad roja.

Con su fútbol y la lección aprendida en el choque de ida que llevó al técnico a realizar un par de retoques al equipo, Independiente pareció no tener nada que temer cuando saltó a la cancha. Es que de movida nomás manejó la pelota como en el partido de ida que ganó 2-1 como local, y desarrolló ese mismo juego como visitante, aunque con Domingo como doble cinco y Amorebieta en el centro de la defensa, ocupando respectivamente los lugares que en el primer enfrentamiento fueron de Sánchez Miño y Silva.

Y si bien el dominio no era abrumador, con el fútbol de los “chiquitos” Benítez, Meza y Barco a Independiente le alcanzaba para adueñarse del desarrollo del partido.

Sin embargo, cuando parecía tener todo controlado, el Rojo volvió a padecer en el juego aéreo y Paquetá abrió la cuenta para el local. Era injusto, pero el tanto sirvió para encender el estadio. Entonces, tras el impacto inicial, el Rojo volvió por sus fueros, y por su juego, se fue llevando a la rastra a su rival. No pasaron ni 10″ y Trauco tocó a Meza cuando ingresaba al área y el consecuente penal lo ejecutó Barco, quien con 18 años se paró frente al arquero César y un Maracaná repleto, para definir con la categoría de un veterano.

 

Hizo historia. Este es el equipo de Independiente que empató en Brasil y que le devolvió a la institución de Avellaneda esa mística de ganar una copa internacional.

 

En la segunda mitad directamente fue dueño del partido durante los 48″ que duró, desplegando un juego digno de la historia copera de Independiente, esa que lo llevó a sumar 17 títulos internacionales.

Y lo tuvo Gigliotti, junto a Amorebieta las dos grandes figuras de la final, cuando el “Puma” ganó en velocidad y con potencia para ganar por izquierda y picarle la pelota a César, pero Juan salvó sobre la línea cuando Barco ingresaba por detrás.

Pero después, a pesar de que merecía la victoria y no el empate, Independiente transitó inteligentemente por algunos minutos de contraataque puro y justificó el título.

 

 

El aguante de los hinchas rojos

 

 

 

Varios miles lograron meterse en el mítico Maracaná. Las estadísticas dirán que fueron sólo 4.000 pero en realidad esa cifra casi que se duplicó. Los hinchas de Independiente alentaron siempre y deliraron con el final.

 

Holan, el mesías

 

 

Desde niño, Ariel Holan era un fanático hincha de Independiente, aunque se inició en el mundo del hockey sobre césped. Nacido en Lomas de Zamora, en 1960, era una gran incógnita cuando tomó las riendas del Rojo en diciembre del año pasado tras la renuncia de Gabriel Milito.

Holan sólo se había destacado al frente de Defensa y Justicia, con el que comenzó en el año 2015 como primera experiencia. Antes había sido auxiliar técnico de ilustres como Burruchaga, Domenech y Almeyda. Pero lo más llamativo son sus orígenes: el hockey sobre césped. Su carrera como DT de ese deporte lo mostró al mando de los principales clubes argentinos hasta que lo designaron al frente de la selección femenina uruguaya.

La metodología de Holan como entrenador de fútbol resulta tan novedosa como elogiada por el uso de herramientas tecnológicas y prácticas atípicas, como los ensayos de determinados movimientos el mismo día del partido.