Diecisiete. Esa es la cantidad de segundos que tardó el público de River en ovacionar por primera vez a Ariel Ortega, en el inicio de su cuarto ciclo en su amado club, ya con 35 años. El público le retribuyó al jujeño tanto agradecimiento por esta vuelta después de su adiós furioso hace 437 días, cuando luego de coronarse en el Clausura ’08 y pelearse con Diego Simeone, debió partir a Mendoza para jugar en Independiente Rivadavia. Anoche volvió, para el regocijo de los 10.000 fanáticos que pagaron y que pese a su idilio con el delantero vieron que su mejor versión está lejos. Encima, se fueron masticando bronca con la caída ante Lanús.
Número diez en la espalda, tal cual se la pidió públicamente a su compadre Gallardo, ingresó al renovado césped del Monumental y lo primero que hizo fue hablarle a Buonanotte. "Espero recuperar mi nivel al lado de él", le dedicó el Enano en la previa del debut en la Sudamericana. Primero en en la posición del clásico enganche y después con la inercia de retrasarse para estar mucho en contacto con el balón, Ortega se movió bastante en la etapa inicial. Fue un pase preciso a Fabbiani su mejor aporte, aunque el Ogro, lento cuasi un basquetbolista, no pudo terminar la acción en gol. Uno de los gustos que se pudo dar fue estar en cancha por media hora ya en el complemento con el Muñeco Gallardo, el segundo más ovacionado de la noche por los hinchas de River. Volvió el jujeño, el último gran ídolo de Núñez. Esa que va por su octavo título con la Banda y que anoche ratificó que el idilio gente-Ortega está intacto. Más allá de cualquier traspié.

