�Lejos del estilo de los arqueros fashion. Más cercano a la pose de los viejos arqueros, Pablo Lucero empezó a gozar de los regalos para el alma que no se ven tantas veces. Lucero, nacido y criado en Rawson, hizo inferiores en el Azul y cuando parecía que podía ganarse un lugar en Primera, decidió ir a Rosario para probarse y probar que sus horizontes eran otros. Hizo esa parte de su carrera lejos de San Juan hasta que decidió el regreso. La luchó en silencio. Fue suplente en la temporada pasada y hasta tercer arquero compartiendo el puesto con Matías Gola y Rodrigo Tula. Esperó callado, en silencio y trabajando. En este ciclo de Laciar le dieron la chance y Pablito empezó a responder. En Sunchales tapó un par de pelotas complicadas y ayer, cuando parecía todo perdido, el que menos habla los sostuvo a todos atajando el penal decisivo para poner a Unión en las finales. Un regreso a casa soñado para un tal Pablo Lucero, el hijo pródigo de Unión.