Por todo. Porque faltaron los hinchas visitantes. Porque el gran Estadio Malvinas Argentinas se vio exactamente a la mitad. Porque hubo gritos en favor de sólo uno. Y porque el color que lo dan los parciales de dos bandos no estaba. Todo por la maldita violencia. Esa que llevó a que las autoridades tomasen la determinación que sanjuaninos y mendocinos no puedan jugar a carta abierta. Lástima, porque el partido de ayer daba para fiesta completa y no salió así. Lo positivo es que no se registraron hechos de violencia. Y, como de paso los locales se quedaron con la victoria, todos se fueron contentos a casa en Mendoza. Eso sí, la entrada para los periodistas sanjuaninos no fue “cómoda”, especialmente con el trato de la Policía, que fue rigurosa por completo, mientras que para los locales había carta blanca. En cuanto a los encargados de prensa del Tomba (en caso especial Matías Rodríguez) dispuesto a colaborar amablemente para todo. Felicitaciones por su trabajo.

Con una temperatura primaveral la tarde-noche acompañó al clásico cuyano. Los locales poblaron la popular Sur desde muy temprano y le pusieron todo el color. Banderas, cargadas y gritos permanentes. Así, a puro papelito y ruido de petardos entró el Tomba. Claro, San Martín ingresó al mismo tiempo como para que nadie se diera cuenta.

“Que cag…, sanjuaninos, no vinieron, tienen miedo” retumbaba desde lo alto de la popular. Casi sin razón, porque los sanjuaninos no estuvieron simplemente porque no los dejaron.

En el medio de una de las tribunas laterales había un cajón, pintado de verdinegro, que tenía una “B” grandota en alusión que San Martín “merece ese lugar”, como alentaron otros plateístas viendo el cajón de enfrente.

Minutos antes que largara el partido, los locales desplegaron en su popular la bandera grande. La que los tapó. Y recién aparecieron en todo su esplendor cuando Ramírez clavó el gol que significaría más tarde la victoria definitiva. Claro, el Mago se llevó todos los cantos. Es evidente que pinta para ídolo por éstos lados. Luego, en el complemento los hinchas mendocinos desplegaron todo un arsenal de pirotecnia, que incluso provocó una menor visibilidad para el arquero local, Sebastián Torrico. La desconcentración se dio de manera normal y en la zona de vestuarios, con la declaración de cada equipo, todo estuvo bajo la normalidad, aunque con cierta incomodidad por el escaso lugar. Así pasó este primer clásico cuyano sólo con hinchas locales.