Puntal del Racing campeón del mundo, fino y firme zaguero de dos mundiales y la frustración de un tercero, milagrosamente salvado de joven en la masacre de Lima, Roberto Perfumo acopió experiencias fuertes de una vida cuya cuna careció de comodidades, que supo exponer con clase en sus tiempos finales de analista de fútbol. El ya legendario ‘Mariscal’, por cómo se lo conoció en su época de futbolista debido a su calidad y vehemencia para jugar, dejó de existir ayer por la tarde, luego de haber sufrido en la madruga una aneurisma que derivó en su caída contra el piso en un restaurante de Puerto Madero. Como consecuencia del impacto, sufrió un grave traumatismo de cráneo que horas más tarde le costó la vida.

Lucía una estampa mucho más joven que la de comunes 73 años, animaba a escucharlo cuando hacía preguntas develadoras de detalles técnicos a sus entrevistados. Disfrutaba el tiempo de hablar y escuchar, en las rondas de debate por TV como en Pasión Nacional, esa alquimia bohemia de fútbol y tango que compartía con Horacio Pagani.

Perfumo nació cuando se acababan los festejos de la llegada de 1943, en una casa sin luz eléctrica de Sarandí. Llegó hasta la quinta de River, pero se tuvo que ir a Racing donde debutó a los 21 años. Fue en ese 1964 cuando junto a los integrantes del seleccionado juvenil de Argentina se salvó milagrosamente en la final jugada en Lima. ‘Pensé que nos mataban a todos’, confió en una entrevista cuarenta años después. Tres años y medio después, llegó el gran año de 1967 y la consagración ante el Celtic con el gol del Chango Cárdenas, en Montevideo, el 3 de noviembre. Él y Coco Basile, su amigo de la juventud y de la vida, en el fondo de la zaga. ‘Fue el mejor equipo que integré, el equipo de José (Pizzutti)’, aseguró. Fue puntal de aquel primer campeón mundial de clubes. Perfumo sonreía como aval tácito a su fama de zaguero recio que aplicaba su fórmula en el momento justo. Era ya el ‘Mariscal’, bautizado por el relator José María Muñoz. Antes de irse a jugar al Cruzeiro de Belo Horizonte, tuvo la frustrante experiencia de ser participante del equipo que fue marginado del Mundial de México 70. Fue la última vez que Argentina se quedó fuera de una Copa del Mundo. Tuvo revancha y volvió a estar en el Mundial de Alemania, en la que Argentina sufrió la goleada 4-0 de Holanda como despedida. De vuelta a la Argentina, terminó su carrera en River aportando al revivir ‘Millonario’ con el título en 1975 tras 18 años de abstinencia. El retiro, a sus 36 años, fue cruel: ‘Lo peor del fútbol es tener que dejarlo’ escribió en su libro ‘Jugar al fútbol’. A esa edad encontró la salida en la Psicología Social y se puso a estudiar. Frustrado paso como DT en Sarmiento y Gimnasia, pasó más de una década vendiendo camperas, hasta que volvió al fútbol como analista y comentarista. Se despidió como le gustaba, hablando de fútbol y escuchando al tanguero Ariel Ardit en su programa. Va a ser muy difícil entrar al cielo, hay un Mariscal que lo cuida…