España no tuvo resistencia. Por ser el debut de ambos, pintaba para que el más “chico” -en este caso Chile- al menos hiciera esforzar al multicampeón. Pero nada de eso sucedió. El equipo de Feriche manejó el trámite desde su primer gol -que llegó apenas pasado el minuto de juego- y, al romper el hielo, después se movió con rapidez e inteligencia y los goles fueron cayendo como fruta madura. Terminó 8-1. Pero la diferencia podría haber sido más amplia. La gente, casi en silencio todo el tiempo, observó cómo España está de nuevo entre los grandes candidatos a la corona.
No sólo por su juego aceitado, sino por sus movimientos exquisitos y su tremenda eficacia. Es más, el técnico español movió constantemente el equipo titular y ni se notó en el rendimiento que tuvo en el juego. Es que en los primeros minutos y luego de que Chile admirara con su primer ataque, con Bargalló bien metido en el área rival y Marc Gual administrando el juego, España fue dominador absoluto de todo. Precisamente tras el primer gol de Bargalló y otros dos del jugador del Barcelona, Gual, antes de los cinco minutos el campeón ya estaba 3-0 arriba en el tablero.
Encima, después entró el Pelado Pedro Gil y su apetencia de gol quedó de manifiesto, no sólo por los dos tantos que marcó sino por el sinfín de pelotas que pegó en los palos del arco chileno.
El complemento fue un calco. La gente (tras el final de la primera etapa se fueron varios) sólo se dedicó a admirar los movimientos españoles. Y hasta festejó un gol (el único de los chilenos) cuando Castro se armó de coraje y, tras un libre directo, desairó al monstruo de Guillem Trabal, un arquerazo.
El partido no dio para más. España sumó otros goles pero más que todo intentó moverse probando distintas variantes. Chile, que se sabe es un equipo inferior a España, anoche jugó mal. A los trasandinos se los vio nerviosos y desarmados en defensa. Aunque su objetivo sigue siendo ser el escolta de España en el grupo. Para eso tendrá que ganarle a Suiza, su potencial rival para ser segundo. Y esperar, lógico, que los suizos caigan ante el campeonísimo.

