Cuando las cosas no salen, lo único que te salva es la fe. Cuando todos los caminos se cierran, lo único que te muestra la luz es la fe. Y, claro, a este Unión todo tiene que costarle el doble o el triple. Porque este Unión parece estar marcado por el destino para sufrir. Porque cuando parecía que el pase a las finales del Argentino B estaba ya casi medio ganado por el triunfo de hace siete días en Sunchales, ayer en Rawson fue definición no apta para cardíacos. Nunca pudo ser Unión. Se lo comieron los nervios, fue víctima de su ansiedad y el Bicho Verde de Sunchales le tiró encima toda su desfachatez para jugar a la pelota. Así, lo golpeó, lo sacudió y casi lo dejó nocaut. Pero el corazón Azul siempre puede dar ese poquito más de aliento y en las manos de un tal Pablo Lucero, Unión de Rawson logró lo que tanto mereció antes: la clasificación. Fue partido durísimo. Intenso. electrizante y hasta dramático. En ese escenario, el Azul no la pasó bien nunca. Empezó sorprendido por el primer gol de Solano tras un córner y después, alcanzó a recuperar el aliento con un penal polémico que Sacripanti convirtió en el empate que invitaba a otra cosa en el complemento.
Pero en la segunda parte, lejos de calmarse, de manejar los tiempos, el Azul se entregó a la desesperación. Porque en la primera que tuvo Sunchales, otra vez Solano aprovechó un regalo defensivo y puso el 2-1 cuando apenas iban 4’ de juego. Le costó casi 35 minutos poder empatar al Azul y fue con el cabezazo hasta ahí salvador del Tanque Giménez pero cuando todo era fiesta y la clasificación parecía sellada, Saucedo clavó un puñal en el corazón sanjuanino convirtiendo el 3-2 que invitaba a los penales. Fue volver de la muerte para el Azul. Ese golpe del tercer gol santafesino lo estremeció feo pero cuando parecía que se derrumbaba todo, su corazón empezó a dar señales de vida. En la serie de penales, arrancó Sunchales con la conversión del exquisito Saucedo. El Azul respondió con el oficio goleador de Sacripanti para poner el 1-1 parcial. Luego, Ibarra desniveló para Sunchales. Era 2-1 para los santafesinos y tendría que aparecer otro desafío al coraje sanjuanino porque Pablo Rudisi estrelló su remate en el travesaño. La pelota picó afuera y caprichosa, le metió toda la presión al Azul. Sunchales fue para sacar doble ventaja pero Autino la mandó afuera. Le tocó al Bichín Sánchez establecerse el 2-2 parcial. Era volver a empezar. Fue Callamari y no erró, fue Giménez y tampoco se equivocó. Era el 3-3 y con solo un penal más para terminar la serie. Aldo Jamud encaro al punto penal y Pablo Lucero, el hijo pródigo del Azul, se le paró enfrente. Le acarició el rodete, lo miró fijo y después si, se agrandó. Se golpeó el pecho, saltó de lado a lado y cuando Jamud eligió el palo derecho, Lucerito se estiró como nunca para poner las manos y contener el quinto penal de Sunchales. Era el momento. La cita con la gloria y Leonel Natalicchio, el mejor del Azul en todo el juego, no dudó. Le entró con el alma y puso el 4-3 que certificaba un pase a finales para un equipo nacido para sufrir.

