Figura. Marcos Gelabert fue de lo más regular en todo el clásico en San Martín. Quitó, jugó, hizo jugar y hasta llegó a posiciones de gol.

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Son esas derrotas que duelen más que ninguna. Porque es clásico, porque se venía en racha positiva y en esta ocasión, más que nada porque lo jugó para ganar pero lo terminó perdiendo por errores propios mas que por virtudes ajenas. Porque San Martín jugó un primer tiempo de enorme nivel, monopolizando la pelota, siendo sencillo en la salida, moviendo de lado a lado el juego pero con el primer pecado capital de esta noche de clásico: no tuvo contundencia. Perdonó en el área contraria y eso, en el fútbol se suele pagar con goles en el arco propio.

Esa fue la condena Verdinegra: equivocarse en las dos áreas, habiendo hecho casi todo bien en el resto de sus líneas. Ahí perdió el clásico. Ahí se quedó con las manos vacías cuando menos lo merecía pero claro en esto del fútbol, los merecimientos no cuentan. Los goles se hacen.

En la primera parte se vio tal vez la mejor producción colectiva a nivel de volumen de juego. Con Lugo suelto, con Gelabert inspirado, la salida fue clara, de costado a costado para jugar con Casierra-Montagna por izquierda y con Aguilar y Molina por la derecha. Así lo movió a Godoy Cruz, le monopolizó la tenencia durante los primeros 15’ pero no acertó en el arco. Tuvo una con un cabezazo de Gelabert y otra con un zurdazo de Lugo que resolvió bien Rey. Y el Tomba, fue practicidad total. Angel González ganó dos veces por la derecha y buscó al Morro García que definió mal. Y claro, en la tercera no perdonó porque apareció otra vez el Morro y sin ningún merecimiento, el Tomba se puso arriba.

En el complemento, San Martín volvió a perdonar. A equivocarse primero en el área rival con dos chances netas de empate y le volvieron a pasar la misma película porque atrás dudó y otra vez el Morro lo castigó. Hubo coraje, reacción, sangre en el Verdinegro y llegó al descuento. Parecía que se podía pero otro error en el área propia casi lo condena pero Ardente le dio una vida más atajando el penal de Correa. Era el momento y San Martín fue. Aturdido pero con coraje. Sin luces pero con valentía. Claro, no le alcanzó porque los errores en las dos áreas terminaron siendo su gran condena en un clásico que nunca mereció perder.

 

El final de una racha positiva

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Quedan pocas fechas para el final de la temporada y en la cosecha de puntos, San Martín venía más que bien. SIn lucir, había llegado a sumar ya seis fechas sin derrotas, con cuatro empates y dos triunfos pero este viernes en Concepción, ese ciclo positivo llegó al final. Se cortó y también se interrumpió un registro interesante que marcaba su solidez defensiva porque en esos 6 partidos solamente había recibido un gol y había sido de Belgrano de Córdoba. Después, sostuvo el cero en su arco y era uno de los equipos con más igualdades entre los 30 que conforman la Primera División. Contra el Tomba venía de empatarle en Mendoza y su último antecendente en San Juan había sido con victoria sanjuanina en esa recordada definición que dejó afuera de las finales a Godoy Cruz.

Para San Martín, el futuro se llama Tigre como visitante el próximo sábado en Victoria para esperar después a Sarmiento de Junín, que tal vez llegue casi condenado al descenso.
La racha positiva tendrá que empezar a reconstruirse después del golpe que fue perder un clásico que nunca mereció perderlo.