España, 13 de febrero.- Los octavos de final de la Liga de Campeones de Europa empezó con un cruce bien picante. Real Madrid y su crisis futbolística, lejos del Barcelona en la Liga de España, en medio de mil rumores de internas en el plantel y con su entrenador, el polémico José Mourinho, bajo la lupa, recibía al Manchester United. Un duelo entre dos de los clubes más poderosos del mundo.
En el Bernabéu, el clima estaba caliente y uno de los condimentos principales era ver a Cristiano Ronaldo enfrentando a su viejo club y a ex compañeros como Wayne Rooney que en su biografía había desnudado al portugués ante el mundo de la pelota: "No paraba de mirarse en el espejo", reveló el inglés.
Uno de los dos quedaría eliminado del torneo más importante de Europa y ni bien comenzó a rodar la pelota quedó claro que ambos estaban dispuestos a vender muy cara la derrota. El 4-2-3-1 de Mourinho pareció ser más efectivo en el comienzo con Ozil, Di María, Cristiano y Benzema para atacar. A los 5, tras un desborde de Ronaldo, su compatriota Coentrao estrelló un derechazo en el palo izquierdo del arquero De Gea.
Pero de a poco el Manchester se acomodó en el campo y empezó a lastimar de contra. Con un dibujo similar al de su rival, Alex Ferguson apostó por la contundencia de jugadores como Welbeck, Van Persie y Rooney, más la conducción del japonés Shinji Kagawa. Y a los 20, el enganche forzó a Sergio Ramos a rechazar la pelota al córner. De ese centro, Welbeck le ganó al capitán del Madrid y de cabeza puso en ventaja a la visita. Un gol como visitante fundamental para el United en la serie.
Sin embargo, el Real Madrid se repuso rápido al golpe. Cristiano Ronaldo se puso el equipo al hombro, se paró como delantero junto a Benzema y Di María se corrió hacia la izquierda. A los 23, De Gea le ahogó el grito al rosarino que sacó un remate desde afuera. Pero, a los 29, poco pudo hacer el arquero ante la demostración atlética de Ronaldo. Di María sacó el centro desde la izquierda y el portugués pegó un salto elástico para ganarle a Evra y meter un cabezazo impecable para el 1-1.
