El Maracaná, un emblema del fútbol brasileño, se vistió con los colores celeste y blanco de miles de hinchas llegados de la Argentina que trajeron a esta cancha el ritmo tribunero de sus pagos para meter aliento a Lionel Messi y compañía. El amarillo de las banderas en los balcones y la música carioca tan característicos de esta ciudad fueron ayer eclipsados por una marea albiceleste que desde muy temprano, a más de siete horas del comienzo del partido entre Argentina y Bosnia se acercaron al estadio Maracaná para alentar al seleccionado en su debut mundialista. Hubo miles que llegaron hasta las puertas del Maracaná sin entradas, algunos pudieron conseguirlas pagando caro, otros alentaron desde afuera. En las tribunas fueron el termostato que funcionó cuando el equipo se enfriaba y se activó con cantos para inyectar fuerza a un seleccionado que ingresó ganador al campo de juego pero sin el lucimiento que se esperaba. Y ni que hablar cuando Messi hizo el gol. Allí estalló y demostró que los argentinos fueron "locales otra vez". Adentro, en las tribunas, la fiesta fue todo lo que se previa, y más. Como nunca antes, Messi es el abanderado sin discusiones del equipo y eso fue lo que afirmaron los hinchas desde las tribunas. Banderas, camisetas con su nombre, tatuajes en su honor, todo por el rosarino. El Himno con el coro de los hinchas fue la síntesis perfecta de la puesta en marcha del sueño mundialista.