"De lo único que no se vuelve es del ridículo". reza una frase popular que hace referencia a que el hombre puede redimirse de muchas acciones, pero siempre le serán recordadas aquellas donde metió la pata hasta el cuello o pasó vergüenza.

Usted se preguntará ¿qué tiene que ver el ridículo con el fútbol? Y, en el caso de Argentina – Alemania, bastante. Mucho, diría yo.

"Al fútbol se juega como se vive", solemos escucharle al popular filósofo futbolero César Luis Menotti. Y los alemanes, a quienes se les reconoce la virtud de ser constantes, deben ser los únicos habitantes del planeta fútbol que no tienen problemas en hacer el ridículo con tal de llegar a su objetivo. Su obstinación los ha llevado a superarse muchas veces. En Suiza 1954 le ganaron la final (4-2) a la selección de Hungría que los había goleado (2-8) en la primera fase. A nosotros, en la final de México "86, nos pegó un susto interesante.
Como escribió Almafuerte, "no se dan por vencidos ni aún vencidos". Ahí está su fortaleza. Creer en sí mismos los fortalece, aún siendo inferiores a sus rivales.

Particularmente creo que si Messi y cía. juegan bien, se les gana tranquilo. Pero ¡Ojo! Ellos no tienen problemas en volver del ridículo. Virtud que los torna peligrosos.