En 180′ con la camiseta de Marquesado Eduardo Ocaña se ganó el corazón de la gente, afuera y adentro de la cancha. Por su destreza, humildad y calidad de persona. Hoy sólo queda el dolor imborrable de una familia destrozada. Un plantel desbordado por la tristeza. El vació de un camarín que será difícil de llenar. Sus compañeros entre lágrimas confesaron que ese día lo notaron raro y que no se sentía bien. Agregaron que algo presentían.
Ayer despidieron los restos de Eduardo Ocaña, que el sábado por la noche, después de haber jugado ante Desamparados unas horas antes, fue arrollado por un auto y perdió la vida. Varios jugadores del plantel confesaron que hoy no entrenarán y que quieren jugar el fin de semana ante Colón en honor al ex futbolista de Atenas.
El "Cañota", como le decían todos, ese día (por el sábado) había terminado de jugar y por primera vez sus compañeros lo convencieron para que se quedara a tomar una Coca Cola y celebrar la victoria. Horas más tarde se subió a su moto y marchó a su casa en Pocito junto a sus compañeros Nery Rodríguez y Darío Balmaceda, que iba en otra moto. Luego iba a volver en un remís por la lluvia para cenar con ellos en la casa de Flores. El destino no lo dejó continuar.
"Llegamos el domingo al club y el ambiente era callado, frío, como que algo iba a pasar. Primero lo de Balmaceda, que sufrió un golpe en el partido, luego Videla que chocó con un jugador, perdió el conocimiento y lo llevaron al hospital", comenzaba a narrar el masajista Pablo Farinella, quien después contó que ese día "Ocaña me dijo que lo masajeara bien, porque se sentía entumecido. Igual Eduardo jugó bien, pero después del primer tiempo me volvió a decir que tenía el cuerpo frío, como resfriado", contó el masajista de Marquesado, Pablo Farinella.
La historia futbolística estaba naciendo para Eduardo Ocaña. Después de haber descendido con Atenas, Marquesado lo contrató. Un pibe con todas las condiciones, como lo recalcaban a cada rato sus compañeros. Atravesaba su mejor momento futbolístico. Dio el gran salto en Marquesado, donde era muy querido. Estaba feliz, porque por primera vez le pagaban en un club.
"Se ganó el respeto de todos. Una persona muy callada, responsable, compañera y sobre todo un jugadorazo, con excelentes condiciones. Él (por Ocaña) me contaba que estaba contento, porque había cobrado sus primeros pesos desde que juega al fútbol", recordó Francisco Tello, quien después agregó que le había dicho a él, a Nery Rodríguez y Darío Balmaceda, que "nos fuéramos a la casa del Teco Flores, en vez de quedarnos en la esquina, porque estaba lloviendo y hacía frío, pero ellos se quisieron quedar ahí".

