Pablo Mouche se convirtió en la figura del partido, gracias a sus dos goles y movilidad en todo el frente de ataque de Argentina. El delantero de Boca fue convocado a último momento debido a que se lesionó la semana pasada su compañero de equipo Lucas Viatri y vaya si aprovechó la oportunidad, ya que fue un problema sin resolver para la defensa de la Vinotinto.

Desde el comienzo, con sus botines naranjas llamó la atención. Recostado por derecha sacó a relucir su velocidad y sufrió entonces un par de infracciones. Así fue que también el jugador con la casaca 7 demostró su fuerte temperamento, ya que "devolvió gentilezas" con una tremenda patada a Cichero,el defensor venezolano que juega en Newell’s.

Pero antes de meterse más en ese juego, cuando el partido ya estaba 1-1, cambió ira por alegría. En un veloz ataque que quedó desacomodada la defensa rival, recibió una asistencia perfecta de Maxi Moralez en el área y no perdonó ante el arquero rival. Tenía programado un festejo, porque lo buscó a quien le entregó el gol y practicaron en el área venezolana un bailecito.

En el segundo tiempo, cuando ya se movía por todo el frente de ataque, y era el más adelantado, encaró un contragolpe a los 8 minutos y decidió patear desde afuera del área en vez de asistir a Valeri, que se escapó por izquierda. La colocó en un rincón a la pelota y con el 3-1 dejó sentenciado el partido. A sus 23 años, Pablo Mouche vive su mejor momento. Afianzado en la primera de Boca, ayer le demostró a Batista que puede ser más que un llamado de último momento.