El rincón de los jugadores. Ese lugar íntimo de los festejos y amarguras del plantel. Jorge Steiner fue el primero en llegar para que no le sacaran la camiseta. Luego entró Ernesto Fullana, enojado, porque no quiso dar su indumentaria. Antes que llegara el resto, ya se sumaba el gobernador José Luis Gioja, uno simpatizante más del equipo y entró diciendo: "Bien muchachos, aguante Unión".
Después cayó la multitud. Cantando y cantando a más no poder. El último en llegar fue el gran referente del plantel, Carlos Biasotti, quien había sido ‘saqueado’ por los hinchas. El mismo reunió a todo el plantel y dirigió unas palabras: "Muchachos lo logramos. Ascendimos. Esto es para nuestra familia y para toda esta gente", luego agregó "me gustaría que fuéramos a rezar a la iglesia de la Virgen de Fátima", decía el capitán e ídolo. Al termino de la charla rezaron un Padre Nuestro y siguieron los festejos. Un colaborador trajo gaseosas y comenzaron a tirarla hacia arriba como si fuera champán.
Carlos Biasotti vivió este momento como el mejor de su vida. Se le notaba en su rostro. En cada palabra, que pronunciaba. Le tiritaba la mano. "Este es el mejor día de mi vida. Me cuesta hablar. Estoy tan feliz", después fue consultado sobre su futuro y el uno aclaró "si por mi fuera me quedaría a vivir en Unión. No me importa jugar en San Martín o Desamparados. Yo quiero seguir en Unión. Esta pasión no tiene comparación".

