Diego, hay uno solo. Nadie lo puede negar porque Maradona, con todos sus defectos y virtudes a cuestas, logró sintetizar en una dosis perfecta en su figura la excelencia futbolística y el carisma de ídolo. Esas dos cosas lo hicieron único. Hasta ahora. Pero claro, el paso inexorable del tiempo hace que la sucesión sea inevitable aún en el trono del mejor futbolista de la historia. En esa cadena sucesoria, Lionel Messi parece ser el heredero natural por su virtuosismo, pero de atrás, con la humildad de los que les faltó todo y se hicieron casi solos, se anotó Carlos Tevez, tal vez sin la calidad técnica y espectacular de Messi pero con el corazón de Diego y ese feeling con la gente argentina que disimula cualquier defecto. Eso, Carlitos lo tiene en el alma. Juega como en el barrio, mete y se las banca contra el que sea. Callejero y popular, Tevez se hizo un espacio propio en el Mundial que todos esperan sea el de Messi, pero que ahora tiene en el Apache a un referente inevitable. Sin lujos pero con talento. Sin espectacularidad pero con coraje.

Las comparaciones son siempre odiosas. Ver cosas de Maradona en Tevez puede que suene hasta irreverente porque ni siquiera es zurdo, para empezar. No está ese electrizante slalom que deja tirados rivales, no hay esa magia. Pero el espejo se acerca entre Carlitos y Diego a la hora del carisma con la gente y de lo que ponen cuando juegan con la camiseta de Argentina. Incluso, pasando límites como le pasó a Maradona ante Brasil en 1982 cuando lo expulsaron por la famosa plancha a Batista o como lo que Carlitos hizo ante Colombia por las Eliminatorias donde pegó y lo expulsaron.

Eso es Carlitos. Puro corazón. Amigo de los amigos, el jugador de la gente. Cuentan que su corazón es tan grande adentro como afuera de la cancha. En la Copa América de Venezuela 2007, Carlitos le confió a un grupo de periodistas que se sentía feliz. La razón era que por fin había podido ayudar a los suyos. Contó que hizo una cena para toda su familia y que en los postres, vivió la sensación única de entregar 8 cajitas chiquitas para sus familiares más cercanos. En cada caja había una llave de una casa. Carlos les había comprado una porque él mismo vivió lo que es no tener un techo y pasar miserias. Ese gesto, lo hizo sentir pleno. Corazón puro. Un Tevez auténtico.

Pero la historia de similitudes y diferencias con Diego va más allá de lo que puede hacer en una cancha. Boquense a muerte, argentino hasta la médula. Carlitos sabe que en el mano a mano con Messi, le falta su exquisitez pero le sobra corazón para haber dividido sin querer ya la herencia del más grande en dos. El tiempo y el fútbol, lo dirán. Mientras, Carlitos es puro corazón.