Hace dos años la vida de Héctor Lucero, “Willy” para el mundo del ciclismo local, dio un vuelco más que importante. Ingresó a una de las escuadras más destacadas como la Agrupación Piquetera Virgen de Fátima y por eso en la actualidad puede dedicarse exclusivamente a correr, la gran pasión de este pedalero de 29 años.
Y desde la temporada de Ruta que comenzó este domingo en Rivadavia y que él abrió con una victoria para seguir la tradición de los últimos cuatro años de los chimberos de triunfar en la apertura, se dio otra modificación sustancial. Es que Lucero tomó el rol de embalador principal del equipo que conduce Daniel Castro y entonces la responsabilidad de las victorias en llegadas masivas son para él.
El domingo, en el circuito Carlos Escudero y tal cual hizo en el 2002, cruzó la meta antes que nadie, claro que ahora siendo “el otro Willy”.
“Para esta temporada me preparé de manera diferente a otras porque ahora tengo otra función en el equipo. Hasta mitad de la temporada pasada, antes que se fuera Marcos Crespo del equipo, mi función era levantarle el embalaje a él. Cuando él se alejó, pasé a ser yo el embalador principal para la Vuelta y el resto de las carreras. Pero ahora tuve la preparación entera pensando en esa función y por suerte el domingo largamos de la mejor manera”, contó Lucero, quien el lunes por la mañana hizo unos 60 kilómetros junto a sus compañeros para ‘ablandar’ las piernas tras la carrera que rozó los 100 kilómetros de extensión.
Si bien su óptimo estado físico resultó determinante para el triunfo sobre, por ejemplo, un sprinter de la calidad de Ricardo Escuela, Lucero fue claro a la hora de analizar la faceta mental: “El año pasado hablé con Carlos Gómez (presidente del equipo) y le dije que quería dedicarme cien por cien a correr. Hasta ahí tenía un trabajo en una bicicletería de tarde y por eso no podía contar con un entrenamiento más completo. Carlos me dijo que bueno y los frutos se comienzan a ver. Ahora por las tardes puedo hacer ejercicios en ruta específicos para embalar y eso en los cierres de carrera se notan”, aseveró quien en el 2008 y corriendo de forma particular ganó una clásica como la Mendoza-San Juan.
Sus triunfos lo fueron marcando como uno de los sprinters más destacados de la región. Pero esta cualidad apareció recién en su época de mayores: “Hasta los 18 años no embalaba bien como ahora. Es más, en el último año de Juveniles, perdí un Argentino en Río Negro contra un chico que no embalaba nada, pero que me ganó por experiencia. Cuando pasé a Elite cambié en ese sentido y mucho tuvo que ver el Payaso Valdez, que siempre me decía que yo era bueno en el embalaje”, cerró.

