La cosecha de puntos fuera de Concepción es clave para desequilibrar la pelea pareja que se arma con todas las localías en la B Nacional. Ahí está la diferencia para pelear cosas grandes y este San Martín, líder y sólido, lo tiene aprendido a muerte. Lo mostró en Rosario, lo hizo en Mendoza y ayer lo ratificó en Caballito: el libreto verdinegro es único y tiene en la capacidad de sus jugadores para ejecutarlo el efecto ganador.
1 DESDE EL FONDO
Las razones de la enorme campaña sanjuanina en la Primera B Nacional se arman de atrás para adelante y ante Ferro, las razones de otra salida con frutos se apoyó en la tarea defensiva. Con Pocrnjic clave en dos tapadas enormes (una en cada tiempo) para cerrarle los caminos a un Ferro apurado, repetido y sin sorpresas. En la defensa, el trabajo de Gastón Stang -consolidado como titular- fue determinante para resolver algunos problemitas que salieron a la luz, especialmente en pelotazos cruzados de izquierda a derecha. Leo Sánchez fue compañero sobrio, mientras que por los laterales, Toranzo se destacó más que Damiani que no subió tanto. Defendiendo, San Martín es un bloque sólido e impenetrable. Eso, le da pie para acomodarse, adormecer a su rival y luego, terminar de liquidarlo. El libreto empieza así y en Ferro lo ejecutó en parte.
2 EN EL MEDIO
El trabajo de los dos volantes centrales sostiene el equilibrio verdinegro en serio. Gallardo y Torresi mostraron más en el primer tiempo. Ahí manejaron mejor la pelota, cortaron bastante, metieron en toda la zona y le terminaron dividiendo la posesión de la pelota a un Ferro que fue más por obligación que por convicción. El que no sintonizó esa onda fue Guillermo Pereyra, que recostado a la derecha le cuesta el doble y no rinde tanto como jugando por adentro. Becerra mostró ráfagas de lo que hace y genera pero en líneas generales cumplió con la primera premisa de visitante: que no te conviertan.
Arriba, Penco y Cuevas lucieron más en la primera parte. Luego, Tonelotto quedó muy solo y aislado pero a la pesca de una chance que casi se le dio.
San Martín es éste. Demoledor en San Juan, rendidor afuera. De atrás para adelante, metiendo en todas y no perdonando ninguna, el libreto para ilusionarse a lo grande es uno y lo mejor de todo, lo tiene bien aprendido: puro oficio. Aunque a veces no guste.

