Islandia y Rusia no atraviesan su mejor momento en términos diplomáticos. En marzo, se anunció un boicot de su delegación oficial al Mundial, en solidaridad con el enojo Inglaterra, adonde un exespía ruso había sido envenenado.
Ahora, el primer rival de la Argentina en el certamen sufrió un perjuicio mayor basado en un boicot que su propio país le aplica a Rusia desde 2014 por su intervención en el conflicto entre Crimea y Ucrania, y que le impide importar comida desde países de Europa. El problema es que los islandeses omitieron este detalle y tenían todos sus menúes listos para llevar.
La insalvable traba comercial generó mucho fastidio entre la organización del viaje, que ahora sabe que deberá comprar todos los alimentos directamente en Rusia y no podrá transportar sus propios platos. Y hasta se queja de la diferencia gastronómica entre la cocina nórdica y la rusa.
"La comida rusa es ligeramente diferente a la nuestra. Los futbolistas no son amigos de innovar justo antes de un partido", explicó Klara Bjartmarz, la directora ejecutiva de la Federación de Fútbol de Islandia.