San Juan le demostró otra vez un amor incondicional al Mundial de enduro. Ni el partido de fútbol de la selección argentina hizo sombra para que anoche el Predio Ferial luciera otra vez colmado de gente en las tribunas. Además de los 3.500 espectadores que vieron el show desde las tribunas montadas para la ocasión, cerca de un millar más aprovechó que desde la vereda de calle Las Heras también se podía seguir el espectáculo.
A las 20,20 uno de los tres locutores presentó el show internacional. Primero en francés, luego en inglés y finalmente en castellano, mientras todavía habían pilotos caminando el trazado para saber a qué debían atenerse. Saltos, sectores mixtos, curvas cerradas indicaban que esta vez el trazado era más exigente que el del año pasado. “Está difícil”, admitía sinceramente Alberto ‘Caballo’ López, uno de los 9 sanjuaninos inscriptos.
Y a las 20,30 en punto, las dos primeras motos, de la categoría E2, se ubicaron en la línea de partida: los argentinos Franco Caimi y Pablo Mercado.
De los candidatos de siempre para pelear por la victoria, el primero que apareció fue el británico David Knight. En el primer grupo de pilotos de la E3 se produjo el duelo directo en la pista de los dos punteros. El sueco Ljunggren se llevó finalmente la victoria ante el actual campeón, el francés Nambotin.
Inmediatamente después llegó el inicio de la E3, que tuvo al primer sanjuanino en carrera: Ariel Navarro. La Kawasaki tuvo problemas y el piloto recibió como consuelo otro aplauso cerrado de las tribunas.
El gobernador Gioja y el vice Uñac eran presentados por los parlantes y luego se anunciaba el duelo más picante de la noche. El francés meo y el finlandés Salminen compartían pista y en el momento de la partida solamente se escuchó ambos motores con una multitud silenciosa queriendo ver cada segundo de esa carrera. Meo fue quien se quedó con el duelo y también fue el más rápido de toda la categoría.
Con la salida del segundo grupo de cada categoría, la gente fue alentando a los pilotos locales. Festejó el triunfo de Dávila y apoyó a Vargas. Gritó hasta distraerlo al ‘Caballo’ López en la partida y celebró los saltos de Hierrezuelo. Apoyó a Montiveros, que le tocó correr solo, y a Sosa. Gritó por igual cuando compitieron en pista Saleme y López hijo.
Y cuando vieron al cordobés Pablo Cid nuevamente al mando de la DR 350, el recuerdo del hijo adoptivo del año pasado volvió a regalar sonrisas. El show dejó satisfecho a todos. El amor sigue siendo incondicional.