Con el corazón en una mano, bien a lo Sportivo Desamparados.
Así tenía que ser para que la esperanza no muriera. Así lo hizo Sportivo que en el final le sacó un empate agónico 1-1 a Atlético Tucumán, sumando un punto que le dio oxígeno para seguir creyendo en la salvación. Fue duro, difícil y complicado para el Puyutano, preso de sus propias limitaciones y angustiado por resultados ajenos. Antes de entrar, ya sabía que Atlanta ganaba en Ferro y que ese resultado lo obligaba a no perder. Así el comienzo fue a puro nervio porque Atlético intentó presionarlo pero sin demasiadas ideas. La respuesta de Desamparados fue puro coraje y mucha entrega para hacer pie en la cancha y pelear cada pelota como si fuera la última. De jugar, poco y nada.
Sportivo fue meter y meter. A los 15’ Atlético perdió a Deivis Barone, uno de sus centrales por lesión, y unos cuanto minutos después también se quedó sin Líder Mármol, el otro central. Ese pudo ser el momento de Sportivo pero no aprovechó ese reacomodamiento del Decano y tuvo que seguir vestido de overol para pelear el partido. En ese pobre contexto, Atlético se le animó un poco más y el arquero Diego Aguiar fue el responsable de mantener el empate cuando le sacó una pelota infernal a César More que se clavaba en el ángulo superior derecho.
Parecía que lo tenía controlado Sportivo pero en el comienzo del segundo tiempo, Diego Armando Barrado apareció en escena y abrió la cuenta para un Atlético que había querido más pero no había hecho demasiado para merecerlo. Ese gol afectó a Desamparados. Hubo un momento de abatimiento pero después el corazón puyutano empezó a latir con todo. Empujó, hizo posible lo que parecía imposible y Desamparados fue a buscar su destino con el resto que le quedaba. Arzubialde mandó a la cancha a Gigena y también a Reinoso, en una apuesta a cambiar la suerte como fuera. A puro coraje. No había demasiada profundidad, tampoco lujos.
Sportivo iba al frente y nada más. Claro que la contra de Atlético también tenía su peligro y otra vez Aguiar fue el responsable de sostener la esperanza cuando le tapó un remate tremendo a Salvatierra. Y claro, llegó el gran momento. Cuando parecía que estaba muerto, cuando ya el reloj se había convertido en un rival más, Desamparados fue a jugarse la vida. Apareció Santiago Ceballos para definir con cierta fortuna una habilitación de Reinoso y enmudeció el Monumental tucumano. Era el 1-1 de la esperanza. El 1-1 del milagro que todos quieren hacer realidad.
Desamparados no pudo ganar pero tampoco perdió. Ahora, en este apasionante telón del final de la B Nacional, se tendrá que topar y ganarle a un candidato como Rosario Central. Un desafío que parece estar hecho a la medida de un equipo que se hace fuerte en la adversidad y que sueña con llegar a esa Promoción para quedarse en la categoría. En Tucumán, Sportivo no podía perder y así fue. Ahora, le queda el paso final ante su gente.
Coraje y decisión le sobran como para intentarlo.