A las 13, cuando los autos de TC 2000 salieron a pista, la temperatura era de 39 grados. A las 15 había ascendido a 40,7 grados y una hora más tarde, a insoportables 41,1. Pero bajo el impiadoso sol y la particularidad del autódromo de estar encerrado entre los cerros, el calor pareció ser más intenso. Uno de los mecánicos del equipo Ford YPF midió la temperatura dentro del habitáculo del Focus y marcó 60 grados.
El calor ayer fue el enemigo público número 1 y hasta la llegada del viento, el tema de conversación en cada rincón. En lo deportivo, este fenómeno es difícil de combatir en el automovilismo. En los autos, el elemento que más sufre es el neumático, que se desgasta más rápidamente (en los Fórmulas les echaban agua a las ruedas), pero también los frenos y el motor. Como dentro del habitáculo de los TC 2000 la temperatura es muy alta, la clave pasa por la aislación que tenga el motor y la caja de transmisión, las partes del auto que transmiten más calor. Por lo demás, es imposible refrigerarlo.
Por eso, algunos pilotos utilizan un chaleco especial. Consiste en una prenda atravesada por delgados tubos en forma de serpentina que se conectan a un depósito con agua y hielo dentro del auto. "Cuando tenemos calor, accionamos una perilla y una bomba hace pasar el agua helada por los tubos. Lo vamos dosificando a lo largo de la carrera", contó Emanuel Moriatis, del Basalto TTA.
"Yo prefiero hidratarme más de la cuenta. Si bien el chaleco es bueno, me siento más cómodo con una remera. Al calor yo lo llevo bien, pero reconozco que la hidratación, y un buen estado físico, son imprescindibles para correr con semejante calor", dijo, por su parte, Gabriel Ponce de León, del Ford YPF.

