Miles de personas llegaron hasta “El Salado” con sus heladeritas cargadas de bebidas pero también llevaron las comidas para pasar el día. El humo invadió ese paraje albardonero por los cientos de asados que los espectadores degustaron mientras veían el paso de la competencia.
Los gazebos, las sombrillas y lógicamente los protectores solares resultaron fundamentales para poder hacerle frente al intenso calor de la jornada que por momentos llegó a tener una sensación térmica de 52 grados.
“No nos importa, esto es pasión y lo soportamos”, contó Teresa De la Vega. En tanto hubo quienes llegaron en bicicletas y las ataron con candado al primer árbol que encontraron para poder vivir la competencia, si total lo importante era estar a la vera del camino para brindarle el mayor apoyo a los competidores.