Se habían disputado poco más de diez minutos del complemento en el partido entre Francia y Australia en el estreno del grupo C en Kazán cuando Antoine Griezmann entró al área rival y cayó. Johua Ridson lo había barrido de atrás, pero el árbitro Andrés Cunha entendió que no había infracción.
Sin embargo, desde la cabina del VAR fue llamado por el intercomunicador y detuvo el juego. El juez uruguayo dialogó con el argentino Mauro Vigliano, encargado de alertarlo sobre este tipo de jugadas, y se dirigió a un costado del campo de juego para repasar lo que había sucedido.
Después de ver las repeticiones, entendió que sí había falta del australiano sobre el francés y dio marcha atrás con su decisión: señaló el punto fatídico. El delantero del Atlético Madrid no perdonó y puso en ventaja a los dirigidos por Didier Deschamps.
Paradójicamente en el segundo gol de Francia también tuvo injerencia la tecnología: el rechazo del defensor australiano picó cerca de la línea de gol y el reloj le vibró al referí.