Hubo que esperar seis años para que el maleficio llegara a su final. Y el corte a la sequía, como no podía ser de otra manera, tuvo mucho de sufrimiento, aunque sirvió para gozarlo el doble. Trinidad anoche se quitó una de las espinas que tenía desde que participa en el Argentino B allá por la temporada 2004-05 y que era ganarle a domicilio a Alianza. Fue un 2-1 a pura contundencia y con el regreso en sociedad de dos grandes jugadores que dio la provincia como Silvio Molina y Carlos Paratore. Todo dentro de un clásico que estuvo suspendido más de veinte minutos en la etapa inicial, primero por un gas lacrimógeno que cayó en la cancha y después porque la hinchada del Lechuzo quiso ir a buscar a los del León. Por suerte y más allá de la demora, todo quedó en amagues para un comienzo de la segunda parte de la temporada más que feliz para el de Barrio Atlético que así se quitó en algo la última imagen del semestre anterior cuando Unión lo eliminó en el Templo por penales.
Trinidad dio muestras exactas de lo que es la eficacia en el mundo de la redonda. Todo lo contrario al equipo del debutante Vázquez que en la primera etapa entró más enchufado y eso lo tradujo en cuatro chances claras para anotar. El eterno Pascual avisó con un derechazo pero Lavorante se hizo un Oso, tal cual es su apodo, y tomó la pelota para desactivar el riesgo inicial. El jachallero Pérez, primero con un zurdazo y después con un frentazo, volvió a encontrar en la seguridad del uno rival la barrera para quebrar el cero. Y por último el Pachi otra vez estuvo carente de puntería y la envió desviada.
Fueron 45 minutos con ausencia total del último campeón doméstico sanjuanino. Aunque cuando Molina entró en acción, el partido se inclinó para la visita ya en el complemento. Y Silvio, ese crack que pueda hacer cosas importantes cuando está encendido, se asoció con Paratore. Juntos fueron imparable para un Alianza que ingresó dormido tras el descanso. A los 5 minutos la empezó Molina, se la dio a Paratore y tras un centro del platinado, Bidal la mandó a guardar. No se había acomodado de ese impacto el local que recibió otro mazazo. Nuevamente Molina para Paratore y esta vez el ex Alianza que fue quien definió de derecha. 2-0. Alianza deambulaba en la cancha. Estaba grogui, le faltaba el último empujón para el nocaut. Pero el León lo dejó vivir y ayudado por el penal infantil de Lavorante (su único error en la noche) le permitió a Galán descontar. Los últimos quince fue un ir sin ideas del Lechuzo y una espera para la estocada final de los dirigidos por Pagés que nunca llegó. Pese a lo confuso, Galán estuvo a punto de hacer doblete con un frentazo, pero Lavorante le ahogó el grito arreglando en algo la equivocación anterior. En una contra, Molina casi lo sentencia pero el ex Desamparados ya estaba extenuado. Fue 2-1 para Trinidad. En la noche que cortó la abstinencia de victorias en Santa Lucía. En la noche donde todos se enteraron que el León tiene mucho por rugir.

