Al que madruga, Dios lo ayuda. Y a Sportivo 25 de Mayo se aferró a eso para terminar resolviendo un partido complicado frente a Peñarol de San Isidro, al que derrotó por 2-0 con dos goles de Emilio Orozco, su gran figura. Los dos tantos del Decano llegaron en el inicio de cada tiempo y fueron golpes demoledores para el empeñoso equipo jachallero que tuvo la pelota en gran parte del partido pero nunca encontró la profundidad para emparejar el marcador. Fue triunfo merecido por Sportivo 25 de Mayo a partir de su capacidad para resolver las chances que tuvo. Ese fue su gran mérito.
En la recta final buscando ya la clasificación, los errores suelen pagarse demasiado caro y con estas precauciones encima, tanto el dueño de casa como el conjunto jachallero salieron a buscar los tres puntos. El acierto total fue de 25 de Mayo que en la primera profunda que se le presentó, no perdonó. Iban 6′ de juego, Jorge Quiroga desbordó por la izquierda, metió el centro atrás y Emilio Orozco no tuvo otra que definir al palo más lejano del arquero de Peñarol para poner el 1-0. Desde ese momento, el que empezó a manejar la pelota fue Peñarol a partir del trabajo de Luis Tejada pero la solitaria labor de Omar López Abaca no alcanzó para emparejar la historia. Así se consumieron los primeros 45′. Con Sportivo muy bien parado y con Peñarol buscando sin argumentos.
En el complemento, el que madrugó otra vez fue Sportivo. Porque con el conjunto jachallero jugado a presionar mucho más arriba y dejando espacios, llegó el momento de la liquidación del partido. A los 8′, otra vez Emilio Orozco dejó sin respuestas a Molina y puso el 2-0 del que Peñarol nunca más se podría reponer. Por más que su técnico metió cambios, Sportivo 25 de Mayo ya tenía todo controlado. Así, incluso generó un par de situaciones más que bien le podrían haber entregado más margen a su ganancia pero ni Orozco, ni Morales, ni tampoco García acertaron en la definición. Para Sportivo 25 de Mayo era ganar o ganar. Un partido clave para encaminar sus chances de clasificación y lo hizo a partir de dos madrugones que le rindieron como nunca.