El velocista catamarqueño Darío Díaz, es el primer líder que tiene la 25ta Vuelta Ciclista a La Bebida. El sprinter del equipo municipal de Rawson fue el más rápido de los especialistas que definieron el capítulo de apertura de una carrera que, por sus características, se define siempre por distancias mínimas.

Díaz remató la tarea de su conjunto que tenía otra opción para ganar el parcial, con el salteño Javier Salas, quien hasta los 900 metros finales viajaba escapado con el chaqueño Daniel Juárez (Municipalidad de Rivadavia/Forjar Salud) y el riojano Angel Espinoza (Sindicato Empleados de Comercio). Como los fugados no pudieron coronar exitosamente la escapada, entró a tallar el plan B, que era jugar todas las fichas a Darío en el embalaje masivo al que llegaron 45, de los 102 corredores que largaron la competencia.

Antes de ese momento supremo en el que las pulsaciones se elevan al máximo y la adrenalina gana el cuerpo de deportistas y público, que expectante espera la definición, hubo una competencia que se fue gestando con permanentes saltos que rompieron la armonía del pelotón.

Fueron Juárez y Espinoza quienes se escaparon en el transcurso de la segunda vuelta para repartirse entre ellos los 3 y 2 segundos de bonificación que dio la meta fijada al iniciarse el tercer giro. Cuando superaron la línea aventajaban por medio minuto al pelotón. Después la diferencia se alargó a 1m50s. En ese instante se encendió la luz de alarma y entre los pocitanos y los rawsinos en un lapso de medio circuito achicaron la distancia y los neutralizaron previo a que se realizara la segunda meta bonificada, la que ganó Roberto Richeze escoltado por Nicolás Naranjo. En ese momento de competencia había un pelotón de 49 ciclistas arriba, una decena a 30 segundos, otros a un minuto y un grupo de otros cuarenta a una distancia que se estiraba entre los 4 y 8 minutos.

El último tercio de la competencia (los 45 kilómetros finales) fue de palo y palo. En cada intento de fuga había hombres de Rawson y del Sindicato Empleados Públicos. Una tras otra se abortaban, hasta que otra vez Juárez, frente al hospital Neuropsiquiátrico, cuando transcurría el penúltimo giro, edificó un ataque desestabilizador. En la bajada del Jardín de los Poetas lo alcanzaron Salas y Espinoza. Los tres sacaron medio minuto y parecía que le pondrían la frutilla a la torta, pero de atrás venían los municipales pocitanos desesperados tratando de achicar la diferencia para ubicar mejor a sus contrarrelojistas. El acople se produjo apenas bajaron a calle Morón y allí los ‘galgos‘ tomaron posesión del protagonismo que acaparó el catamarqueño Díaz.