Electrizante y dramatico fue el cierre de la primera carrera de la temporada de ruta corrida ayer en 9 de Julio. El ventarrón cargado de tierra en suspensión que comenzó a soplar desde el Sur cuando faltaba una de las ocho vueltas al circuito le agregó una tensa expectativa a la definición de la carrera que se había desarrollado con alternativas variadas e interesantes. Y, en el primer duelo de embaladores, el catamarqueño Darío Díaz (Municipalidad de Rawson) se quedó con la victoria.
El temor de una rodada en los metros finales, cuando todos los hombres vienen a fondo disputando el primer lugar, ganó el pensamiento de muchos dirigentes y de todos aquellos que de una u otra forma tienen relación con los equipos. La visibilidad se había reducido considerablemente y un corte producido en el último kilómetro dejó arriba a los más veloces, razón por la que el embalaje fue limpio y muy rápido como consecuencia del viento de cola que empujaba a los corredores.
Díaz ganó con cierta holgura, la que no se creyó nunca porque no soltó su manubrio hasta haberse asegurado que su rueda delantera pasó la raya de meta. Héctor "Willy’ Lucero (Agrupación Virgen de Fátima) y Ricardo Escuela (Municipalidad de Pocito), lo secundaron.
La Vuelta de 9 de Julio, corrida en la mayor parte de su trayecto en el casco urbano de la villa cabecera fue una competencia con todos los ingredientes que esperaba el aficionado. Tuvo la agradable sorpresa de elevar a 126 la cantidad de inscriptos que el sábado en la noche era de 104. Contó con el apoyo de un gran número de empresas que sponsorean la labor de los diferentes equipos los que en un número de diez acudieron a la cita vestidos con sus mejores galas.
Color y calor. Pasión y emoción. Se unieron en ese lapso de poco más de dos horas y media durante los cuales en la ruta se vivieron circunstancias difíciles, como la hemorragia nasal que motivó el abandono de Emiliano Fernández apenas iniciada la carrera o algunas rodadas que dejaron algunos lesionados como Carlos Toledo que fue derivado a un centro asistencial para que le trataran el hombro.
No fue una carrera fácil para nadie y menos para el ganador. En general tuvieron que acomodarse a un ritmo que por momentos orillaba los 47 kilómetros horarios. En particular, Díaz, debió recuperar terreno perdido en dos ocasiones. Ambas en el transcurso del cuarto giro. Primero quedó enganchado en una rodada y, cuando ayudado por sus compañeros, alcanzó el pelotón, debió lidiar con la pinchadura de un tubo que duplicó su esfuerzo.
Intentos de fugas hubo muchos, varios ciclistas nuevos mostraron sus uñas pero no hirieron la solidez de los equipos más grandes que se armaron para una definición masiva. La inesperada presencia del viento acotó las chances de todos y sobrevivieron los más fuertes.

