Se esperaba mucho más. Era un Argentina-Brasil sea donde sea y con los nombres que sean, pero en Córdoba los protagonistas del partido más atrapante de esta parte del continente quedaron en deuda ofreciendo un espectáculo que apenas pasó la medianía y que terminó premiando y castigando en dosis exactamente iguales lo que los dos equipos ofrecieron en los primeros 90 minutos de este superclásico sin dueño todavía.
Sabella, en su estreno en Argentina como seleccionador nacional, intentó mostrar un esquema ambicioso que en los papeles fue más ofensivo que un extraño formato brasileño que apostó más a defenderse que a atacar, como es su tradición. En ese contexto, las ganas de Argentina fueron mucho más que sus argumentos futbolísticos para poder lograr una ventaja. Y, se sabe que con eso no siempre alcanza y esta vez no fue la excepción.
En la primera parte del clásico, Argentina y Brasil se repartieron las emociones y los errores también. En ese trámite, lo mejor del seleccionado de Alejandro Sabella pasó por la potencia del Burrito, Juan Manuel Martínez, quien fue el que más complicó a un precario fondo de Brasil que nunca soltó del todo a sus laterales buscando el arco contrario, tal cual lo indica la tradición de los equipos brasileños. En Argentina, los puntos más flojos de un mediocre primer tiempo pasaron por la torpeza de los marcadores centrales como Cellay y Desábato, que ofrecieron algunos desacoples que Brasil estuvo a punto de aprovechar con una llegada a fondo de Leandro Damiao, a los 12’, que terminó en el palo. Argentina, en esos primeros 45 minutos, tuvo sus opciones y Mauro Boselli fue protagonista de esas situaciones pero no pudo definir. A los 33’, Martínez exigió la estirada de Jefferson con un remate de media distancia que se fue cerca del palo izquierdo del arco brasileño.
En el complemento, las posturas de ambos no cambiaron mucho pero tampoco mejoró el nivel de juego. Brasil siguió aferrado a una estructura que priorizaba la defensa, mientras que Argentina intentó ser más profundo a partir de adelantarse más en el campo de juego. Con Juan Manuel Martínez afuera por una lesión, Sabella le dio ingreso a Pablo Mouche y a los 15’, el delantero de Boca tuvo una chance concreta de abrir el marcador cuando cabeceó débil un buen centro de Canteros.
Del otro lado, Leandro Damiao, el único punta que Brasil puso en cancha sacó a relucir toda su categoría cuando a los 31’, armó la jugada de la noche cuando dejó parado a Papa y luego definió por encima de Orión para ver cómo la pelota se estrelló en el ángulo superior derecho del arco argentino. Brasil pareció despertar porque a los 35’, Ronaldinho exigió a Orión con un tiro libre bien resuelto por el arquero de Boca. Argentina perdió la pelota. Se quedó sin respuestas para recuperar la posesión del balón y se complicó en el final. Un cierre de clásico en el que Brasil pareció mejorar su imagen, pero que no alcanzó para quedarse con el partido. Sabella probó con algunas variantes de nombres y no de fondo. Argentina siguió limitado, previsible y repetido como para sorprender a un Brasil que a esa altura del partido solamente aseguró el resultado.
La promesa de mejoría y de ver algo más de un Argentina-Brasil quedó para la revancha en territorio brasileño aunque ajustados a lo que se vio en la cancha, el superclásico de las Américas no tiene dueño.

