El presente es incierto, el futuro más aún. Esta versión actual de Sportivo Desamparados no encuentra las respuestas futbolísticas para revertir drásticamente su realidad, ni siquiera con la fortuna como aliada. Dejó pasar una vez más su chance como local al igualar 1-1 con Sansinena de General Cerri para seguir sumido en el fondo de las posiciones de la Zona Sur, sabiendo que dejó pasar otra oportunidad que tal vez no volverá a presentarse. Empezó mejor, tratando de hacerse ordenado a partir del control de la pelota, pero en su primer error, lo pagó carísimo porque dudó Pfund, confundió a Jairo Díaz y Favio Durán lo aprovechó para poner el 1-0 cuando iban apenas 19" de ese primer tiempo. Sintió el impacto Desamparados. Lo golpeó la desventaja y perdió claridad para elegir el mejor camino aunque no izó las banderas de la entrega y la personalidad. Sufrió con el árbitro Bryan Ferreira que no vio una clarísima infracción -codazo infernal- sobre Pablo Jofré que debió recibir 5 puntos de sutura en su labio.Con eso, intentó y buscó pero sin la claridad necesaria como para emparejar la historia ante un rival que no tenía demasiados argumentos como para superarlo.

En el complemento, Ricardo Dillon movió el banco. Adentro Santiago Ceballos y Brandán como para oxigenar el circuito ofensivo. Presionó más, obligó más. Siguió con la entrega Desamparados y buscando salvar algo en la mañana de Pocito. Y claro, recién a los 41" tendría premio cuando Agustín Callejas fue a buscar en el área de enfrente y puso el 1-1 merecido para un Desamparados que jamás se entregó pese a la falta de lucidez en varios momentos del juego. No quedó tiempo para más. Sportivo sumó pero poco para sus necesidades. Era ganar, era sumar triple pero presa de su laberinto futbolístico, Desamparados volvió a quedar donde estaba y donde nadie quiere estar. Queda tiempo, queda campeonato pero el margen se reduce y la presión se duplica. Desamparados no puede regalar nada más y menos de local. Dependerá del propio Desamparados y de su capacidad para salir de su propio laberinto, ese que lo condena.