El sábado 21 de febrero de 1981 se produjo uno de los acontecimientos más importantes en la historia del deporte jachallero.

Un hijo de aquella tierra, Argentino De los Santos, con sólo 22 años ganaba la primera etapa de la Doble Calingasta. Puede argumentarse que el verdadero hito fue el ocurrido al día siguiente, cuando el ciclista norteño, vecino de Bella Vista ganó la clasificación general de la carrera; pero lo que quedó grabado en la retina de algunos testigos presenciales y en las mentes de quienes se comían las uñas escuchando la radio, fue la sensacional fuga de más de 100 kilómetros que le permitió al, por entonces, novel agente de Policía inscribir su nombre entre los ganadores de la competencia.
 

El Payo me frenó para que no me fundiera en la segunda etapa. Me dijo que no corriera a todos.

“Poca gente sabe que yo me escapé temprano, pasando el Jardín de los Poetas (explica De los Santos). Yo corría para Transportes Laredo, con los colores de Boca, era la época en que Maradona jugaba en Boca, todos me preguntaban de quién era hincha y yo soy de River”, expresó.

“Me acuerdo de la carrera como si la hubiera corrido ayer. Yo salté y se vino conmigo Eduardo Chirino, salimos a buscar a cuatro ciclistas que se habían escapado.

Mi intención era ganar la pasada especial en El Tambolar, porque había de premio una bicicleta”, cuenta Argentino que tenía como compañero de equipo al caucetero Faustino Soria.

“No sólo los alcanzamos, sino que los pasamos y cuando llegamos al Tambolar, Chirino se fue quedando. Gané la pasada creyendo que al pelotón lo tenía cerca, pero cuando pasé por el control policial mis colegas me gritaron ‘llevas tres minutos y medio’. Ahí me dije le doy hasta Calingasta”.

Juan Carlos Ruarte, Moisés Carrizo, por entonces en el fuerte equipo del Círculo de la Policía Federal, junto a Oswaldo Frossasco, triple campeón argentino de ruta, acaparaban todos los micrófonos.

“Yo los miraba como conversaban con Vega Mestre (Oscar) en la Radio Colón y pensaba ya me tocará a mí”, acotó.
Ruarte, Jesús Ozán, Aurelio Femenía y Roberto Bernard fueron los cuatro hombres que a medida que se acercaban a Calingasta iban achicando la distancia con el sorprendente jachallero.

“Yo siempre fui un buen rodador, me faltaba velocidad para embalar, por eso sabía que tenía que llegar escapado. Fue duro porque en esa carrera no había abastecimiento. Con lo que uno largaba debía llegar. Me acuerdo que la gente me alentaba.

Logré pasar la raya primero, pero con ellos encima, la única diferencia que tenía era la bonificación”, afirmó quien esa noche, por una creciente del Río Blanco, que inundó la pensión donde debía descansar, terminó durmiendo sentado en la camioneta de su equipo que debió trasladarse hasta el predio del Automóvil Club.

Los 60 kilómetros entre El Tambolar y Pachaco mantuvieron en vilo la atención de toda la provincia. La mayoría de los sanjuaninos, íntimamente, querían que el pibe jachallero coronara exitosamente su osadía.

Lo logró pero faltaba una jornada que sería complicada. “Mis jefes habían llevado algo de dinero y buscaron a unos cuatro o cinco ciclistas que estaban lejos en la general para que me ayudaran, entre ellos Marcelo Chancay, Sixto Nievas y Oscar Chancay”, rememora quien como estaba destacado en el Juzgado de Jáchal, trabajaba de lunes a viernes de 7 a 13, entrenaba a la tarde y cada vez que venía a correr a San Juan, tomaba “el riojano”, un ómnibus que salía a la medianoche y lo dejaba en Jáchal con el tiempo suficiente para acudir a las 7 a su trabajo.

“En el regreso yo me sentía fuerte y quería marcarlos a todos. En un momento se me acercó el Payo Matesevach, me puso el brazo en el hombro y me dijo, ‘jachallerito no los corra a todos, marque a los que están cerca suyo. Yo estoy a cuatro minutos, si puedo le doy una mano’. Así fue se vino Ruarte con otros cinco y me sacaron casi dos minutos”, graficó.

En esa ocasión, la Doble Calingasta terminó en el Autódromo de Zonda, el trazado fue más largo del habitual y se pasó por Ullum.
“Cuando llegamos a la Usina, ya veía la caravana de los que se habían escapado.

A la altura del dique divisor lo alcancé a Ruarte y quedé arriba con un grupo de 15 ciclistas. La etapa la ganó Moisés Carrizo, con el Payo segundo y el Caruca (Alberto Meneses, ciclista jachallero fallecido) tercero.

Ellos se llevaron las bonificaciones y yo me quedé con la carrera”, explica con lujo de detalles quien desde ese momento, para algunos desde el día anterior para la mayoría, se convirtió en un ciudadano ilustre del orgulloso pueblo jachallero.