Cuando Daniel Garnero llegó a San Martín para dirigir su segundo periodo a mediados del 2013, le dedicó unas palabras a Lucas Salas, ese pichón de crack que al igual que él jugaba de enganche y que subió al plantel profesional dos años antes para que debutara en la Copa Argentina con apenas 17 años. ‘’Tiene que dejar de ser Luquitas y ser Lucas. Está en él, las condiciones las tiene’’, lo alabó-desafío el DT. Pasaron varios años y con el arribo de Pablo Lavallén esta temporada, la realidad de Salas, ese pibe que supo jugar en la Selección argentina Sub-20, es otra. Diametralmente opuesta a la vivida en un 2015 relegado a la Reserva por Carlos Mayor e incluso con algunos cortocircuitos con la dirigencia.

Hoy lleva la emblemática número 10 en la espalda y fue pieza clave en el empate agónico del sábado ante Racing, con un desborde suyo que derivó en el segundo.

‘’El cambio de técnico me devolvió la confianza. El año pasado no tuve ninguna chance e igual entrené para estar listo. Desde que asumió Lavallén confió en mí y eso fue muy importante’’, destacó Salas, quien reconoció que pensó en más de una ocasión irse a préstamo a otro club para terne continuidad cuando Mayor no lo contaba en el plantel principal.

Su aspecto desgarbado contrasta con la fortaleza que tiene en el mano a mano con pelota dominada, una de las premisas que le baja el actual entrenador. ‘‘Lavallén siempre me pide que vaya por afuera, por izquierda o derecha, y que haga la diferencia jugando uno contra uno. Así llegó la jugada contra Racing y sirvió para que Toledo lo empatara’’, agregó.

Salas se formó en el babby fútbol y arrancó en las infantiles del Verdinegro en el 2004. Tuvo un paso por Alianza y luego volvió a Concepción para ser figura en las inferiores.

En el medio tuvo pruebas en varios clubes importantes de Buenos Aires, incluso en River, donde quedó pero su padre, Luis, prefirió que volviera a San Juan por apenas tener 10 años. Es más, hasta estuvo unos días en La Masia del Barcelona, la cantera azulgrana donde se formo Lionel Messi.

Ya con 21 años, Lucas es conciente que su responsabilidad en el equipo es otra. Ya no es una pieza de recambio, se trata de una arista fundamental a la hora de genera juego. ‘’Somos un equipo humilde que quiere hacer bien las cosas. Hay un grupo excelente y eso ayuda’’, enumeró.

Mañana se viene Boca y Salas sabe que es un partido especial: ‘’Es uno de los dos clubes más grandes del país y a cualquier jugador eso lo motivo de manera especial. Nosotros debemos hacer nuestro juego y sabemos que somos capaces de obtener un buen resultado”, cerró, esa joya de la cual Garnero debe estar orgulloso de haber ‘descubierto’.