River Plate, cuando parecía que iba a sumar su quinto empate consecutivo, se afirmó en la cima del Torneo de Primera División y lo hizo por una cabeza, la de Ramiro Funes Mori, que le permitió ganarle 1-0 al exigente Newell’s Old Boys.
Por la undécima fecha, a los 25’ del segundo tiempo, Funes Mori se valió de un anticipo ofensivo para cabecear y batir a Ustari y a uno de los adversarios directos en la lucha por el título.
La victoria para el equipo de Gallardo se tornó clave, porque necesitaba volver a sumar de a tres para evitar una eventual pérdida de confianza y esas unidades le sirven para arriba a los últimos ocho capítulos con cuatro puntos de ventaja sobre el escolta Lanús, cinco por encima de Independiente, seis del Racing, siete de Rafaela y ocho de Boca y Newell’s.
Además, por la Copa Sudamericana, el jueves próximo irá a Asunción para jugar la ida con Libertad por los octavos de final.
En la noche rosarina, el primer período fue bastante mal jugado y parejo, en especial para lo que en teoría tenía que haber sido de un partido donde jugaba River, el puntero e invicto, y Newell’s, que desde hace dos años pregona jugar con la pelota por el piso.
River llegó con una volea de Lucas Boyé a los 2’ desde fuera del área grande y Newell’s contestó, a los 15’, cuando Barovero le tuvo que tapar un remate a Orzán, tras un gran pase de Bernardi.
A partir de entonces el partido se hizo bastante mal jugado, con abuso de pases largos, y recién a los 30’ Muñoz le ganó a los dos marcadores centrales visitantes, pero tapó Barovero.
En la segunda parte hubo una mejoría en la producción del líder del campeonato, pero fue vital el gol de Funes Mori.
Ya a los 11 minutos había dispuesto el equipo de Núñez de dos escenas muy favorables, primero por un cabezazo de Mercado que sacó en forma espectacular Ustari y, tras ese tiro de esquina, hubo un doble cabezazo, el segundo de Boyé, y el balón pegó en el poste izquierdo, a media altura.
En definitiva, la acción originada con la pelota parada resultó determinante, y hasta Gallardo lo admitió, ya cuando la victoria estaba recién consumada y la cima, cada vez más controlada.