Hizo inferiores en San Martín pero por herencia, su ADN futbolero es lechuzo. Heredó de su papá Rubén, aquel cordobés que llegó en 1985 para reforzar a Atlético de la Juventud Alianza en los viejos Torneos del Interior y los Nacionales, el amor por los colores del club de Santa Lucía y desde ayer, a los 33 años, cuando tenía mucho para entregar aún, Marcelo Rubén Ceballos se convirtió en el nuevo entrenador del equipo de Alianza que participa en la actual temporada del Torneo Federal B. Todo fue rápido. Abrupto. Tras el empate del domingo con Trinidad y de llegar a la quinta fecha sin ganar, la dirigencia decidió el cambio de timón y cuando parecía cerrado con Ricardo González, los problemas legales de su vínculo con Andino de La Rioja, hicieron que los popes del Lechuzo miraran en el Gran Capitán al sucesor. Lo hablaron después de que jugara contra Desamparados por el torneo Oficial local el martes y ayer miércoles, Marcelo cruzó la línea: esa del pasado como jugador a la nueva como entrenador. Pero claro, ser técnico no es nuevo porque con tanta experiencia encima, Ceballos ya venía dirigiendo a Contadores, equipo que participa de la Liga de Profesionales.
Su sangre es netamente lechuza. De papás cordobeses, Marcelo Rubén hizo inferiores en San Martín y en 2002 debutó en Primera División permaneciendo en el Verdinegro hasta 2006 donde empezó un derrotero que lo llevó a Racing de Córdoba en ese 2006, luego pasó por San Martín de Mendoza, Gimnasia de esa provincia hasta que decidió ponerse la camiseta de Alianza y consagrarse campeón del Oficial 2010 luego de muchos años sin logros a nivel local en Santa Lucía. Se hizo líder, capitán pero en 2015 le cerraron las puertas aunque no su corazón. Se fue a Atlético Famaillá, luego pasó por Trinidad y en este semestre del 2016 decidió volver a su casa para forzar cuando nadie lo pensaba, un retiro inesperado pero gratificante porque fue para ponerlo como entrenador.
Su papá Rubén llegó a San Juan en la década del 80 para armar aquel recordado Alianza que fue sensación ganando el viejo Regional y llegar a los Nacionales. Se instalaron en San Juan y no se movieron más. Incluso, probaron con un negocio de bijouterie, apostando por permanecer en la provincia. Probaron con todo, hicieron todo y el papá Rubén luego de dejar de jugar para incursionar como entrenador. Dirigió a su hijo en San Martín y luego se alejó de la actividad para seguir siempre de cerca lo que hacía su retoño que en San Juan empezó a hacer su vida, casandose y luego siendo papá de dos nenas.
Ayer, pasadas las 16,30 el gran capitán lechuzo dejó de ser jugador y se puso al frente de un equipo que lleva en la sangre: ‘Es un orgullo, un desafío muy grande empezar nada menos que en este club que es mi casa. Llego con toda la ilusión pero con la responsabilidad de saber que es uno de los grandes de la categoría y que esta camiseta siempre obliga. El trabajo, la humildad, el respeto y la idea de jugar siempre igual en todos lados es lo que uno pregona’, sintetizó el nuevo DT.
