La pasión no tiene límites ni kilómetros porque los casi mil hinchas de Sportivo que decidieron estar con Desamparados en un día de gloria, no se achicaron con esas interminables 12 horas de viaje para estar con el equipo en el día que se llegó a la Promoción. Y claro, había que animarse a ponerle el pecho y la garganta a ese estadio repleto de cordobeses que decidieron vivir su fiesta antes del partido, recordando con más de 15 minutos de fuegos artificiales los dos años del ascenso desde el Argentino B al A, pero metiendo fichas de paso y anticipando lo que se les venía a los sanjuaninos. Pero claro, los puyutanos estuvieron ahí. Firmes, incondicionales. Generosos hasta las lágrimas. Estuvieron todos: La Guardia Puyutana, Barrio Rivadavia Norte, Barrio Manantial, ATSA, etc. etc. Todos. Coparon temprano las calles de San Francisco y se bancaron sin chistar las gastadas de los locales que también, desde temprano, se pasearon por el centro con banderas y bocinazos, algo que en la noche del sábado hicieron frente al hotel donde concentró Desamparados.

Pero la fiesta puyutana era total. Adentro y afuera de la cancha. Alentando a morir, dejando en cada grito el alma por este Sportivo que sabe que lo mejor que tiene es su gente y que por esa misma gente, es capaz de todo.

Llegaron al estadio pasadas las 6 de la tarde y se animaron al duelo de cantos contra la multitud que era de Belgrano. Nunca se callaron y cuando sí lo hicieron los hinchas de Belgrano, el grito puyutano retumbó más fuerte que nunca. Ya cumplieron. Ahora, sin poder estar presentes en Tucumán por lo de la prohibición de hinchadas visitantes en la B Nacional, el pueblo de Sportivo sabe que siempre está y sus jugadores lo saben.