Como será que este seleccionado de fútbol de Nueva Zelanda está relacionado con sus colegas del rugby que los apodan los "All whites", a diferencia de los del mundo de la ovalada que son los míticos "All blacks". Son un grupo de entusiastas. Empezando por el jugador Andy Barron quien actúa los fines de semanas en el club Wellington y en la semana es… empleado bancario. Aunque cueste creerlo, Barron es futbolista amateur, obviamente el único en este Mundial.
U otros dos futbolistas como Elliot y Mulligan, quienes no tienen club actualmente. Su técnico, Ricki Herbert, que jugó los hasta ayer únicos tres partidos mundialistas en España 1982 (perdieron todos), y cuyo mayor recuerdo es la camiseta que intercambió con Sócrates. Por eso se entendió el festejo loco de los neocelandeses tras el cabezazo, a los 47′ del complemento, de Winston Reid, y decretar el 1-1 con Eslovaquia, que anotó su tanto en clara posición adelantada. De hecho, es el primer punto que cosecha en un Mundial.
Eslovaquia debutó como tal en Sudáfrica, ya que antes era parte de Checoslovaquia, que se disolvió en 1993. Arrancaron sufriendo porque los océanicos atacaron, desde el vamos, a puro centro cruzado. Killen ganó de arriba seguido aunque sin puntería. Hasta que Eslovaquia se animó y se armó. Entre los que levantaron el nivel uno fue Weiss, hijo del técnico. Sin muchas ideas, igualmente, se encargaron de tocar, de buscarse, y de encontrarse. Así, construyeron el 1-0, aunque Vittek estaba un paso en offside con un cabeazo bien colocado que anticipó a un pobre Winston Reid.
Pero Nueva Zelanda, con la fórmula de siempre, centro bombeado al área, apenas se acercó al arco de Jan Mucha. Hasta que a los 47′ Reid cabeceó al gol un centro de Smeltz.

