A los 37 años, en plena madurez, Alfredo Luto Molina tiene el privilegio de darse gustos que para el resto de los futbolistas de esa edad parecen sólo recuerdos. A 13 años exactos de aquellos dos goles olímpicos que sirvieron para poner a Villa Obrera en el Argentino A, el Luto volvió a sorprender pero con la camiseta de Unión. Esta vez no fue gol olímpico pero su remate desde ese ángulo más que cerrado en el límite del área grande le agregó más complejidad a la obra maestra. Y el Luto, lo hizo… Como siempre, a su estilo. Con calidad y bajo perfil pero sabiendo que para San Juan y su fútbol, alguna página habrá que recuerde sus hazañas. Pero como si no alcanzara, en el día después de ese gol a 9 de Julio, el Luto eligió ponerle fecha a su retiro porque lo tiene decidido: en diciembre se terminará su carrera como futbolista.
"Es una decisión que la tenemos más que meditada, pensada, analizada y decidida. Mi hijo más grande, Joaquín, es el que más entiende ahora a sus 14 años y es el que insiste en que juegue un año más pero la decisión está tomada. Vamos a ver cómo terminamos con Unión en el Federal A, pero el retiro es una realidad que estoy asumiendo y tal vez por eso disfruto todo lo que me está pasando. El Federal es un torneo muy competitivo, donde se corre mucho y ver que puedo frente a pibes que se matan corriendo, es una satisfacción enorme".
Repasando los goles del domingo y comparándolos con aquellos del 2002 con Villa Obrera, el Luto admite que el del domingo fue desobediencia: "Era para una jugada preparada. Amagaba y Muñoz le pegaba al segundo palo. Pero como la marca era alta, decidí pegarle al arco, al segundo palo porque lo vi muy adelantado a Ruffini. Entró gracias a Dios y el 2 de ellos me felicitó, también el árbitro Mastrángelo. En el 2002, con la Villa, estaba muy entrenado eso de pegarle olímpico. El técnico Héctor Riveros me tuvo toda la semana entrenando córners olímpicos y ese 12 de mayo se me dieron. Después, nunca más".

