Terminó con el corazón en la boca. Metido en su área y aguantando como sea a un atrevido Social San Juan que cerró el partido con cinco jugadores de campo y sin arquero buscando el empate. Pero se le dio nomás. El Sindicato Empleados de Comercio (SEC) ganó porque hizo valer su sana costumbre. Esta vez mostrando la chapa de león en los momentos desfavorables y afirmándose en el oficio de sus jugadores cuando tuvo la chance de herir. Fue por 7-6. Tablero cerrado que alargó las emociones hasta el silbato final. Que por ahí resultó demasiado castigo para el entusiasta y digno Social San Juan. Porque el Decano, con un planteo inteligente, tuvo por momentos casi nocaut al campeón del torneo pasado. Y sucumbió en la recta final porque le faltó esa cuota de frialdad para enfrentar una situación extrema. Lo maravilloso fue el partido. Porque, al margen de las infracciones, del sinnúmero de protestas y de un flojo arbitraje (a Monfort y González les faltó equilibrio al cobrar, porque no midieron con la misma vara sus decisiones), las acciones de juego resultaron parejas, emotivas y con brillo permanente.

El partido lo entendió mejor, desde el principio, el equipo de la Villa América. Tanto fue así, que se fue al descanso con un 3-0 que metió miedo a los del Mingo. Porque el SEC no le encontró la vuelta a su rival en esa primera etapa. Tuvo por varios momentos la bocha pero su rival fue efectividad plena.

En el complemento la historia pareció cambiar rápido con los descuentos del Gremial pero otra vez tomó el mismo camino cuando el Decano se regozigó con el contragolpe. Pero ahí fue el momento de mostrar las uñas y, comandado por Juan Soria, el SEC fue una tromba y lo terminó ganando. Aunque sufrió. Y mucho.

El Gremial sigue mandando y con el puntaje ideal. Desde que nació en la vida oficial aún no conoce la derrota. Anoche estuvo cerca de caer. Pero se levantó como un grande que es y volvió a gritar de alegría.