Anoche fue la primera noche de la recta final antes que comience el Mundial. Los jugadores de la Selección argentina volverán a dormir en sus casas recién después que termine el torneo que explotará de pasión en el Cantoni, cuando toda esta película haya concluido.
En esta semana, antes del sueño reparador, los jugadores se reunirán en la misma habitación donde lo hicieron antes en el lugar de concentración: en la que duermen Kenan, Alvarez y Nicolía.
Ahí habrá partidos de truco y charlas distendidas. Siempre con cuarteto o cumbia como música de fondo, sin que ningún integrante del plantel intente escuchar otro ritmo.
Quedará algún que otro comentario en cada una de las otras habitaciones antes de descansar hasta el otro día. En otra estén el Nalo García, Maldonado y Ordoñez. Abalos, Páez y Alvarez comparten una tercera habitación y en la restante están “donde mueren los chistes”, según contó un integrante: Babick, Velázquez y Ema García.
Al preguntarle a cualquier integrante del plantel las características de este grupo, todos coinciden que se llevan bien con todos. Que no hay de las denominadas ‘internas’.
Se hacen ‘cargadas’, sabiendo que no habrá ninguna que se pase de la raya. Pero igual se cuidan, incluso en las entrevistas que van concediendo a los medios, porque ese material ‘podría ser usado en su contra’ dentro del grupo.
Ya sueñan con el Cantoni repleto y con lo que pasaría si terminan levantando la Copa de campeones. En los momentos que hablan de hockey, recrean la final perdida con España en el Mundial pasado para que esta vez, si se repite la definición, la historia tenga otro final. Son los pasajeros de un viaje que más que pocos pueden hacer. Y la nave está por partir.
