La pérdida de un invicto de 15 meses rondó la noche rosarina ante un River que ganaba 3 a 1 aprovechando la mala fortuna de un Central que recuperó esa cuota de fortuna que lo acompaña en los últimos tiempos sobre el epílogo del cotejo para igualarlo, luego de un ’oportuno’ corte de energía eléctrica tras el que pudo empatar en tres tantos. El resultado tuvo su justificación en los errores defensivos del goleador de los rosarinos, Marcelo Larrondo, que se quedó parado cuando le cabeceó en sus narices Lucas Alario para la apertura del marcador a los cinco minutos y después se anotó con un tanto en contra de su propia valla.
Inclusive otro ídolo de la parcialidad ’canalla’ como Javier Pinola propició el segundo tanto de los riverplatenses cuando promediando el primer tiempo lograron ponerse por segunda vez en la noche en ventaja a través de Rodrigo Mora luego de que Germán Herrera, reemplazante del capitán Marco Rubén, consiguiera la transitoria paridad en un gol.
Esta paradoja a la que contribuyó el mendocino con el descuento para el 2-3 que registró también por vía aérea fue un ejemplo de lo sucedido en el colmado Gigante de Arroyito, donde el propio Larrondo fue con otro cabezazo el que enmendó los fallos anteriores y logró la paridad definitiva en el quinto minuto del tiempo agregado.
El partido estuvo parado seis minutos sobre los 35 del segundo tiempo por un desperfecto lumínico y esto alargó el suspenso de la definición por el prolongado descuento que otorgó el árbitro Mauro Vigliano (nueve). Otro hecho que perjudicó a los dueños de casa fue la salida por lesión de José Luis Fernández (un traumatismo en el tobillo izquierdo), un termómetro a la hora de regular los ritmos de su equipo. Pero el camino de la resurrección en el juego estuvo nuevamente en los pies de Gustavo Colman, que ingresó como siempre por Walter Montoya sobre los 10 minutos del segundo período para convertirse en el conductor de su equipo, bien asociado a Giovanni Lo Celso y Franco Cervi, usinas generadoras del fútbol centralista.
Y ese final fue altamente emotivo porque Central iba sin reservas por la paridad y River buscaba en la contra sellar la victoria, objetivos dispares de los que ambos estuvieron muy cerca pero que terminó concretando el local.